Las enseñanzas de los apóstoles: la batalla por tu mente

Oración Lectio Divina (Opcional)
  1. Lee Proverbios 2, 1-5.
  2. Medita las palabras.
  3. Háblale a Cristo sobre este pasaje.
  4. Descansa y escucha en la presencia de Dios.
  5. Comparte con otros.
Una conversación entre Jesús y Poncio Pilato en el Viernes Santo revela dos formas diferentes de ver la realidad.

Jesús de Nazaret dice que viene a dar testimonio de la verdad (Juan 18,37). Pilato responde sarcásticamente: “¿Y qué es la verdad?” (Juan 18,38).

La idea de la verdad, una verdad que se aplica a todos, una verdad que señala lo que está bien y lo que está mal e ilumina el camino hacia la felicidad humana, no era algo que le importara a Pilato. Pilato sabía que Jesús era inocente y que la verdadera razón por la que las autoridades judías lo acusaban era porque tenían envidia (Mt 27:18).

Pero la verdad de la inocencia de Jesús no importaba. Pilato tenía “su propia verdad”: Quería salvar su carrera. Los líderes judíos lo amenazaban, diciendo: “Si lo dejas en libertad, no eres amigo del César” (Juan 19, 12). Pilato temía que se armara un alboroto y tenía que proteger su reputación ante la autoridad del César. Entonces, para promover sus propios intereses, apaciguó a las multitudes y envió a un hombre inocente para que fuera crucificado.

Sin la verdad como brújula, hacemos nuestras elecciones basándonos en miedos, pasiones, emociones y caprichos. Hacemos lo que queremos sin plantearnos la cuestión de la verdad, sin preguntarnos si lo que queremos es bueno o si nos conducirá a una felicidad duradera y a convertirnos en el tipo de persona que queremos ser.

¿Cuál es la verdad de Pilato? La filosofía de la vida puede ser atractiva para algunos en nuestro mundo moderno, pero debemos recordar que la verdad no es una idea abstracta. La verdad es una Persona, Jesucristo: “En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud.” (CIC 2466). Después de todo, Jesús no es simplemente uno de los muchos maestros morales del mundo; es Dios hecho hombre. Él no simplemente nos muestra un camino a Dios; él es el camino. Y él no sólo revela la verdad acerca de Dios; él es la verdad.

Vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para que sepamos ser felices en esta vida y vivir con él para siempre en el cielo: “Yo doy testimonio de la verdad, y para esto he nacido y he venido al mundo” (Juan 18,37).

Entonces, aquí está la pregunta crucial que todo cristiano debe enfrentar: ¿seguiremos a Jesús como “el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14,6) y permitiremos que sus enseñanzas moldeen nuestras vidas? o ¿seguiremos los pasos de Pilato quién prefirió inventarse su propia “verdad”?

Reflexiona: ¿Alguna vez te has encontrado con la filosofía “¿Qué es la verdad?” de Pilato? ¿Cómo vemos esta filosofía en nuestra cultura moderna hoy en día? ¿Qué significa decir que Jesús es la verdad y qué implicaciones tiene esto para nosotros como discípulos?

NO SE CONFORMEN A ESTE MUNDO

Si Jesús es la verdad, cambia la forma en que vemos las opiniones y filosofías populares que encontramos en nuestro mundo. Al igual que los primeros cristianos que vivían en un mundo pagano que siempre competía por su atención, nosotros también enfrentamos una batalla constante por cómo vemos la realidad: qué es el amor, qué nos hace felices, de dónde venimos, hacia dónde vamos, de qué se trata la vida.

A la cultura relativista de hoy le gusta presentarse como neutral, de mente abierta hacia todos los puntos de vista, promoviendo la tolerancia y la aceptación. Pero la idea de que “lo que es bueno para ti es bueno para ti y lo que es bueno para mí es bueno para mí” no es, de hecho, un valor neutral. Es una forma específica de ver el mundo que rechaza la verdad objetiva y se opone a Jesús como el camino, la verdad y la vida, y se promueve sin cesar en el mundo de hoy.

Antes de convertirse en Papa, el cardenal Ratzinger dijo:

Hoy en día, tener una fe clara basada en el Credo de la Iglesia a menudo se etiqueta como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse “zarandear por aquí y por allá, arrastrado por todo viento de doctrina,” parece la única actitud que puede hacer frente a los tiempos modernos. Estamos construyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y cuyo último fin consiste únicamente en el ego propio y los deseos.(1)

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.

Juan 14,6
Entonces, ¿cómo estamos llamados a responder los cristianos? ¿Debemos ceder a estas presiones mundanas? Considera el consejo que San Pablo dio a los cristianos que vivían en la Roma pagana: “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto” (Rom 12,2).

Al igual que estos primeros cristianos en Roma, debemos resistirnos a ser “conformes a este mundo”. Gran parte de lo que absorbemos de nuestra cultura secular —sobre el amor, el éxito, la belleza, la felicidad, lo que está bien y lo que está mal— no sólo excluye la luz de la fe, sino que a menudo socava lo que Jesús revela sobre estos asuntos importantes. Si no tenemos cuidado, podríamos encontrarnos confiando en la “sabiduría” del mundo más que en la verdad que Jesús reveló: “No le afecta a nadie”. “Todos lo hacen.” “Está bien si realmente nos amamos”. “Eso no está bien para mí personalmente”. “Es sólo una película”.

Como discípulos, estamos llamados a vivir en la verdad. En lugar de ceder a las diversas filosofías de la actualidad, en lugar de permitir que el mundo nos diga qué pensar, en lugar de “seguir la corriente” de la opinión popular, Jesús nos invita a “renovar nuestra mente”. Y esto no es simplemente un asunto académico; tiene implicaciones profundas en nuestras vidas. Lo que creemos sobre la vida, quiénes somos, para qué estamos hechos, qué es el amor, cómo ser felices, nos moldea y nos forma. Vivir en la verdad nos hace felices y plenos. En efecto, la verdad nos hace libres (Juan 8,32).

Reflexiona: ¿Cómo te has sentido tentado a aceptar las ideas del mundo sobre el amor, el éxito, la belleza, la felicidad o el bien y el mal? ¿Cómo puedes luchar contra ser “conforme a este mundo”?

RENOVANDO NUESTRAS MENTES

Teniendo en cuenta los peligros que enfrentamos al adaptarnos a este mundo, ¿cómo podemos seguir el consejo de San Pablo y “ser transformados por la renovación de [nuestras] mentes”? Hay muchas formas disponibles para nosotros. Veamos tres que son las más fundamentales para cualquier discípulo de Jesús.

Sagrada Escritura

Primero, un discípulo renueva su mente a través de la lectura constante de las Escrituras. La Biblia no es un libro ordinario: está inspirada por Dios. Es la Palabra de Dios en el lenguaje de los hombres. Estas palabras divinas escritas hace miles de años se extienden a lo largo de los siglos para seguir tocando los corazones y las mentes de las personas hoy en día. Cuando leemos la Biblia, no estamos leyendo un texto antiguo e irrelevante; nos estamos encontrando con Dios que nos habla, personalmente, en este momento. Considera lo que la Iglesia, las Escrituras y los santos enseñan sobre el poder de la Biblia en nuestras vidas:

“Porque en los libros sagrados, el Padre que está en los cielos se encuentra con sus hijos con gran amor y habla con ellos.”(2)

“En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos.” (Hebreos 4,12)

“La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo”. (San Jerónimo)

Leer las Escrituras todos los días es una forma vital de formarse en la mente de Cristo.

No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior.

Romanos 12,2

Enseñanzas de la Iglesia

Segundo, un discípulo renueva su mente al encontrar lo que Jesús enseña a través de la Iglesia Católica. Como el Dios que se hizo hombre, Jesucristo es la plenitud de la revelación de Dios; confió esta revelación a sus amigos más cercanos, los apóstoles, quienes a su vez la confiaron a sus sucesores (los obispos) a lo largo de los siglos, para que todas las naciones y todas las generaciones pudieran conocer la verdad y el camino hacia la felicidad (Mt 16,18-19); 18,18; 28,18–20).

¡Qué tremendo regalo nos ha dejado Jesús! Y, sin embargo, ¿nos tomamos el tiempo para aprender lo que Jesús nos está enseñando a través de la Iglesia Católica? Un discípulo hace de la formación en la fe católica una prioridad. Hay muchos programas buenos, retiros, libros y recursos sobre la fe católica. Pero un lugar básico para comenzar es el Catecismo de la Iglesia Católica, el resumen oficial moderno de lo que los apóstoles nos han enseñado. Cuando leemos el Catecismo, podemos estar seguros de que estamos encontrando la verdad que Dios ha transmitido a través de la Iglesia.

Lo que consumimos

En tercer lugar, debemos tener cuidado con lo que ponemos en nuestra mente: lo que vemos en las pantallas, lo que escuchamos, lo que leemos y lo que vemos. Estamos hechos de tal manera que lo que ponemos en nuestra mente nos cambia. Da forma a cómo miramos la realidad y percibimos lo que es bueno. Influye en nuestros deseos y en lo que queremos buscar en la vida. Es importante que nos preguntemos: ¿Los medios que veo reflejan lo que es verdadero, bueno y hermoso? ¿O veo programas que llenan mi mente con una visión de la vida, la belleza, el amor y la sexualidad que es contraria a lo que Jesús nos enseña?

Ser transformados por la renovación de nuestras mentes a menudo significa ver detenidamente lo que aceptamos en nuestras vidas y preguntarnos seriamente si fortalece u obstruye nuestra visión de la realidad. Pero también significa encontrar tiempo para llenar nuestra mente con cosas buenas como la Biblia y el Catecismo. También hay muchos libros, recursos y textos devocionales católicos buenos y fieles. Al recibir constantemente buen contenido católico, nuestras mentes pueden conformarse lentamente a la mente de Cristo. Por eso San Pablo nos exhorta: “Por lo demás, hermanos, fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo y limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso, en todos los valores morales que merecen alabanza.” (Filipenses 4,8). Imagínate cuán diferente pensaríamos y viviríamos si dejáramos de lado parte de la música, los medios y los espectáculos que afectan constantemente nuestros pensamientos, deseos y emociones y los reemplazáramos con imágenes y palabras que elevaran nuestra mente a Dios.

Reflexiona: Con base a las recomendaciones de esta sección, ¿qué contenido necesitas hacer más parte de tu vida para formar bien tu mente? ¿Qué necesitas limitar o eliminar?

PONLO EN ACCIÓN

Primero, tómate un poco de tiempo para reflexionar:

  • ¿Cómo se ha infiltrado el pensamiento mundano en mi vida?
  • ¿Estoy pensando con la mente de Cristo?
  • ¿Sé lo que Cristo enseña y por qué?
  • ¿Estoy siendo moldeado por cosas que son verdaderas, buenas y hermosas?
  • ¿Estoy consumiendo medios que me llevan a pensar correctamente acerca de Dios, de mí mismo y del mundo?
  • ¿Qué enseñanzas de la Iglesia me cuesta entender?

A continuación, planea los pasos tomarás para formarte en la verdad de Jesucristo:

  • ¿Cómo puedo incorporar las Escrituras y las enseñanzas del Iglesia en mi vida?
  • ¿Qué libros comenzaré a leer?
  • ¿Qué programas o entretenimiento dejaré de ver o escuchar?

A medida en que realices estos cambios, recuerda comenzar poco a poco. Es probable que no tengas éxito si intentas comprometerte a leer 500 páginas al día y escuchar 20 podcasts católicos. Mejor, elije un par de prácticas clave para agregar a tu semana e intenta convertir estas prácticas en un hábito.

CONCEPTOS CLAVES

Romanos 12,2: “ No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto “

Lo que ponemos en nuestra mente nos cambia. Se convierte en parte de quienes somos, dando forma a cómo vemos la realidad y lo que percibimos como bueno e influye en nuestros deseos. Por eso queremos que sea una prioridad formar nuestra mente con la Fe.

Juan 14,6: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

RECURSOS ADICIONALES

  • Who Am I to Judge?: Responding to Relativism with Logic and Love by Dr. Edward Sri
  • Bible Basics for Catholics: A New Picture of Salvation History by John Bergsma
  • The Real Story by Edward Sri and Curtis Martin
  • Theology for Beginners by Frank Sheed
  • SLS20 Talk on focusequip.org: “Day 4 Keynote: The Teaching of the Apostles” by Dr. Jonathan Reyes

Notes

  1. Joseph Ratzinger, “Mass ‘Pro Eligendo Romano Pontifice,’ Homily of His Eminence Card. Joseph Ratzinger, Dean of the College of Cardinals,” accessed February 25, 2020, Vatican.va.
  2. Vatican Council II, Dei Verbum, accessed February 25, 2020, Vatican.va, 21.

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