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La historia de la salvación - Jesucristo
Objetivos: Tras repasar vínculos entre el Antiguo y Nuevo Testamento, que los participantes entiendan que Jesucristo cumple todas las alianzas que hemos estudiado en la Historia de la salvación; también que reafirmen su decisión a vivir en la alianza de la Eucaristía.
Además, que se completen los objetivos globales del estudio: 1) que los participantes sepan las seis alianzas y 2) que los participantes consideren su lugar en el plan de Dios.
Nota al misionero: Puesto que puede ocupar más de una semana para estudiar este capítulo, le pedimos que planifique tomando en cuenta la extensión del material que se repasa aquí.
CONTEXTO
En el contexto de la historia de la salvación: El Mesías viene
Después de David, una guerra civil divide el Reino de Israel en dos. El Reino del Norte consistía en las diez tribus de Israel; el Reino del Sur abarcaba las tribus de Judá y Benjamín. Al final, se conquistaría ambos reinos y se llevarían al exilio: los asirios llevarían a las tribus del Reino del Norte, y los babilonios se llevarían al Reino del Sur. Las diez tribus norteñas nunca volverían a su patria: se asimilaron a la cultura asiria y se conocen hoy como las diez tribus perdidas de Israel. Los del Reino del Sur, conocido como los judíos, con el tiempo volverían del exilio; sin embargo, permanecerían bajo la autoridad de los babilonios, y con el tiempo los pérsicos, los griegos y al final los romanos. En medio de todo, un profeta tras otro recuerda al pueblo que Dios, no los ha abandonado. También, les hablaban los profetas de un Ungido –un Rey y Mesías– quien venía a restaurar la alianza y liberarlos.
De esta manera, al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envía a Su propio Hijo amado, Jesucristo, para establecer la última alianza para que todo el mundo vuelva a Dios y entre en una alianza íntima con Él.
Contexto de la historia de la salvación: La Pasión
Lucas 22:14-20; 22:39-46; 23:33-49
A lo largo de la vida de Jesús y en Su ministerio, vemos como Él cumple las promesas del Antiguo Testamento y como las expande para incluir a todas las naciones. Tome un rato para leer las selecciones indicadas del Evangelio de San Lucas. Leerá del establecimiento de una nueva alianza en la Eucaristía durante la Pascua. Estará al lado de Jesús durante la agonía en el huerto mientras Usted contempla el sufrimiento puesto delante de Él. Además, caminará con Él en la vía dolorosa de Su muerte en la cruz.
REPASO
Antes de enfocarnos en las maneras en que Jesús cumple las alianzas del Antiguo Testamento, tenemos una oportunidad de refrescarnos la memoria en cuanto a las alianzas principales en la historia de la salvación. Llene la tabla al final del capítulo: como ejemplo ya se ha llenado la información de la sexta alianza.
CLIMAX: EL CUMPLIMIENTO DE LAS ALIANZAS
Después de la Resurrección, Jesús saluda a dos señores en el camino a Emaús. Ellos conversan sobre todo lo que han visto en los días justo antes y como esperaban “que sería él [Jesús] el que iba a librar a Israel” (Lc 24:21). Jesús pasa la tarde caminando con ellos y explicándoles como el Cristo tuvo que sufrir y morir según todo lo que las Escrituras profetizaban. Miremos atrás a las cinco a lianzas del Antiguo Testamento para darnos una idea de lo que Jesús les explicó.
Adán: La primera alianza con Adán se rompe cuando él cae en la tentación del Diablo en el jardín. El Diablo también tienta a Jesús en el huerto de Getsemaní; sin embargo, en lo que Adán es infiel, Jesús se muestra como el Hijo fiel que obedece hasta la muerte (Lc 22:39-46; CIC 612). Jesús toma las maldiciones de la alianza con Adán del sudor, las espinas, y la muerte (Gn 3:18-19): Jesús suda la sangre en Getsemaní, Él recibe una corona de espinas de los soldados romanos y Él muerte en la cruz de Calvario.
Noé: Por medio de Noé, Dios elige establecer Su alianza con un hombre que permanece fiel en medio de un mundo corrompido. La obediencia de Noé posibilita el arca, por medio del cual su familia vive. Como a Noé, Jesús ofrece salvar a la familia humana por medio de las aguas del baptismo. Pasamos por las aguas de la muerte y surgimos a la nueva vida, recordando este paralelo “cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvado a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salve… por medio de la Resurrección de Jesucristo”(I Pedro 3:20-21; Véase también CIC 1219).
Abrahán: Como Isaac, Jesús es el “Hijo Amado del Padre”, pero mientras Dios detuvo a Abrahán para el que el patriarca no sacrificara a Isaac en expiación de los pecados, no suspende el sacrificio de Su propio Hijo por los pecados del mundo (Lc 23:33-49; Véase también el capítulo cuatro de este estudio con la tabla que muestra otros paralelos). Por fin, Jesús cumple la tercera promesa que Dios hizo a Abrahán, la de una bendición mundial. Cristo establece la Santa Iglesia Católica, quien abre los brazos al mundo entero (“católica” significa “universal” o “mundial”).
Moisés: Con Moisés, Dios establece Su alianza mediante la Pascua en la noche antes de que los israelitas se liberen de la esclavitud. Jesús, también establece la nueva alianza en la Pascua (Lc 22: 14-20). Él es el Cordero del sacrificio sin mancha, el Cordero de Dios. Para los israelitas, la Pascua no era sólo un sacrificio, sino también una comida en la que tenían que comer la carne del cordero. Asimismo con Jesús: Él ofrece Su carne y sangre para alimentar nuestras almas en la Eucaristía: por medio de este sacramento, renovamos nuestra participación en la nueva y perpetua alianza (CIC 1362-67).
David: La Pasión, muerte y resurrección de Jesús revelan que Él es el rey davídico tan esperado y al que se refería la alianza de David: finalmente Jesús establece Su trono real en la cruz. Lo que parece una burla resulta ser la misma fuente de nuestra salvación: lo flagelan, lo arropan en un manto de púrpura, lo coronan con espinas y fingen rendirle homenaje real, pero Su entronización ocurre en una cruz de madera (Lc 23:26). En la cruz, cuelgan un letrero que sin querer afirma Su reinado davídico: “Este es el rey de los judíos”. Sin embargo, un ladrón, crucificado a Su lado, proclama su creencia en la realeza de Jesús y le dice “acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino” (Lc 23:36-43).
Lo que pareciera la mayor derrota de Dios se revela como Su máxima victoria. La cruz es nuestra libertad final de las ataduras del pecado y de la muerte. El Hijo fiel paga la deuda que incurrimos por no seguir la alianza. En Jesús ahora tenemos la oportunidad de convertirnos en hijos e hijas adoptivos en la casa del Padre.
APLICACIÓN A LA VIDA: LA ALIANZA DE LA EUCARISTÍA
Lo susodicho muestra que las alianzas del Antiguo Testamento se cumplen en Jesucristo. Pero la historia de la salvación no acaba allí. Cada uno de nosotros está llamado a entrar en una alianza íntima con Jesús, llamado a recibir las promesas de Dios y llamado a prometer nuestra fidelidad a Él.
La Eucaristía es el signo de esta alianza nueva y perpetua: “‘Éste es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío’ de igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo ‘Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros’” (Lc 22:19-20). En la Eucaristía reafirmamos nuestro compromiso a vivir en una alianza profunda y personal con Dios.
Como miembros de la Iglesia, somos partícipes en la Nueva Alianza. Dios nos ha dado todo, incluso a Su único Hijo y la promesa de nuestra felicidad en todo. Podemos vivir como hijos e hijas, aceptar las increíbles promesas de Dios y entrar en una alianza personal con Él, o podemos rechazarlo. La historia de la salvación no es antigua, sino una experiencia que vivimos ahora. ¿Cómo responderemos a Su invitación?
Cuando recibimos la Santa Hostia, el sacerdote nos dice “el cuerpo de Cristo”, a lo que respondemos “Amén”, una palabra hebrea que connota afirmación y acuerdo. Quizás se acordarán que en la introducción de este estudio se explica que una alianza es la entrega mutua de personas en la cual los individuos que se convierten en familia. Una alianza se confirma con un juramento: al decir “Amén”, reafirmamos la alianza de nuestro baptismo, y volvemos a comprometernos a la fidelidad. La próxima vez que Usted vaya a misa, tome en serio la promesa que Él hace y trate de entregarse completamente a Jesús.
RESUMEN
En este capítulo aprendimos cómo Jesucristo cumple todas las alianzas del Antiguo Testamento. También aprendimos que estamos llamados a entrar en una relación con Jesucristo en la Iglesia Católica, la comunidad mundial de la alianza. En la Eucaristía, renovamos nuestro compromiso a ser fieles: Jesús se entrega entero a nosotros, y prometemos corresponder y entregarnos a Él completamente. La Eucaristía es el signo y el símbolo de esta nueva y perpetua alianza.
Nota al misionero: Si cualquier participante en su estudio bíblico no ha escuchado una presentación del mensaje del evangelio, ésta es una oportunidad de hablar con el/ella individualmente. Así al final del estudio, debemos ofrecer a cada integrante del estudio la oportunidad de vivir en una relación fiel de alianza con Dios en Jesucristo. El folleto “La mejor relación” es un recurso útil para presentar el Evangelio; o bien puede usar un pasaje adecuado de las Escrituras, como la parábola del hijo pródigo en San Lucas 15:11-32.
GUÍA DE PREGUNTAS PARA SU ESTUDIO BÍBLICO
Lucas 22:14-20, 22:39-46, 23:33-49
Recordatorio para el misionero del objetivo del capítulo: Tras repasar vínculos entre el Antiguo y Nuevo Testamento, que los participantes entiendan que Jesucristo cumple todas las alianzas que hemos estudiado en la Historia de la salvación; también que reafirmen su decisión a vivir en la alianza de la Eucaristía. Además, que se completen los objetivos globales del estudio: 1) que los participantes sepan las seis alianzas y 2) que los participantes consideren su lugar en el plan de Dios.
INTRODUCCIÓN:
1. ¿Alguna vez tuviste que esperar mucho para que llegara algo de veras maravilloso?
(Léase en voz alta al grupo.)
Hoy vamos a hacer las cosas de manera distinta. Primero, vamos a tomar un minuto para leer unos pasajes sobre la Pasión y muerte de Jesús. Segundo, repasamos las alianzas del Antiguo Testamento. Tercero, veremos cómo Jesús cumple las alianzas del Antiguo Testamento con Su Pasión, muerte y resurrección. Para concluir, hablaremos de nuestro lugar en la alianza de Dios como Sus hijos e hijas. Hay bastante material en este capítulo; así que, puede que no lleguemos a terminarlo esta semana.
CONTEXTO: LA PASIÓN
Lea Lucas 22:14-20
2. ¿Cuáles acciones y palabra de Jesús les llaman la atención en este pasaje?
(Permita los comentarios.)
3. En este pasaje, ¿cómo plantea Jesús el contexto para establecer la nueva alianza?
Respuesta: En el contexto de la cena de la Pascua, Jesús explica a los apóstoles que Su cuerpo y sangre, que están por sacrificarse, serán la fuente de la nueva alianza.
4. En la historia de la salvación, cada nueva alianza amplía su alcance, desde la pareja de Adán y Eva, hasta el Reino del rey David. En Jesucristo, la alianza se extiende al mundo entero, por lo que usamos el término “católico”, que quiere decir “universal” o “mundial”. Es decir, la Iglesia Católica es la comunidad mundial de la alianza nueva en Jesús. ¿Ver la Iglesia como una comunidad en alianza cambia las impresiones de Ustedes de la Iglesia y su misión?
(Permita los comentarios.)
Lea la Pasión de Cristo, según San Lucas (22:39-46 y 23:33-49)
5. Ahora que hemos leído de la Última Cena, la Pasión y la muerte de Jesús, vamos a examinar las maneras en que Jesús cumple las alianzas del Antiguo Testamento. Antes de que sigamos, vamos a ver si nos acordamos de todas las alianzas con sus integrantes, las comunidades incluidas y los símbolos de cada una.
Nota al misionero: Reparta copias de la Hoja de las Alianzas a los de su grupo y deles unos minutos para llenarla. Si no alcanza sacar las fotocopias con anticipación, llenen la hoja juntos.
CLIMAX: EL CUMPLIMIENTO DE LAS ALIANZAS
6. Nota al misionero: Repase las alianzas una por una y pregunte a su grupo cómo Jesús cumple cada alianza, a base de lo que han aprendido. Si su grupo no sabe cómo Él cumple una que otra de las alianzas, o no le respondan con los detalles importantes, se puede referir a la información a continuación.
Ahora tenemos una descripción breve de cómo Jesús cumple cada una de las alianzas antiguas:
Adán: La primera alianza con Adán se rompe cuando él cae en la tentación del Diablo en el jardín. El Diablo también tienta a Jesús en el huerto de Getsemaní; sin embargo, en lo que Adán es infiel, Jesús se muestra como el Hijo fiel que obedece hasta la muerte (Lc 22:39-46; CIC 612). Jesús toma las maldiciones de la alianza con Adán del sudor, las espinas, y la muerte (Gn 3:18-19): Jesús suda la sangre en Getsemaní, Él recibe una corona de espinas de los soldados romanos y Él muerte en la cruz de Calvario.
Noé: Por medio de Noé, Dios elige establecer Su alianza con un hombre que permanece fiel en medio de un mundo corrompido. La obediencia de Noé posibilita el arca, por medio del cual su familia vive. Como a Noé, Jesús ofrece salvar a la familia humana por medio de las aguas del baptismo. Pasamos por las aguas de la muerte y surgimos a la nueva vida, recordando este paralelo “cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvado a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salve… por medio de la Resurrección de Jesucristo”(I Pedro 3:20-21; Véase también CIC 1219).
Abrahán: Como Isaac, Jesús es el “Hijo Amado del Padre”, pero mientras Dios detuvo a Abrahán para que el patriarca no sacrificara a Isaac en expiación de los pecados, no suspende el sacrificio de Su propio Hijo por los pecados del mundo (Lc 23:33-49; Véase también el capítulo cuatro de este estudio con la tabla que muestra otros paralelos). Por fin, Jesús cumple la tercera promesa que Dios hizo a Abrahán, la de una bendición mundial. Cristo establece la Santa Iglesia Católica, quien abre los brazos al mundo entero (“católica” significa “universal” o “mundial”).
Moisés: Con Moisés, Dios establece Su alianza mediante la Pascua en la noche antes de que los israelitas se liberen de la esclavitud. Jesús, también establece la nueva alianza en la Pascua (Lc 22: 14-20). Él es el Cordero del sacrificio sin mancha, el Cordero de Dios. Para los israelitas, la Pascua no era sólo un sacrificio, sino también una comida en la que tenían que comer la carne del cordero. Asimismo con Jesús: Él ofrece Su carne y sangre para alimentar nuestras almas en la Eucaristía: por medio de este sacramento, renovamos nuestra participación en la nueva y perpetua alianza (CIC 1362-67).
David: La Pasión, muerte y resurrección de Jesús revelan que Él es el rey davídico tan esperado y al que se refería la alianza de David: finalmente Jesús establece Su trono real en la cruz. Lo que parece una burla resulta ser la misma fuente de nuestra salvación: lo flagelan, lo arropan en un manto de púrpura, lo coronan con espinas y fingen rendirle homenaje real, pero Su entronización ocurre en una cruz de madera (Lc 23:26). En la cruz, cuelgan un letrero que sin querer afirma Su reinado davídico: “Este es el rey de los judíos”. Sin embargo, un ladrón, crucificado a Su lado, proclama su creencia en la realeza de Jesús y le dice “acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino” (Lc 23:36-43).
Lo que pareciera la mayor derrota de Dios se revela como Su máxima victoria. La cruz es nuestra libertad final de las ataduras del pecado y de la muerte. El Hijo fiel paga la deuda que incurrimos por no seguir la alianza. En Jesús ahora tenemos la oportunidad de convertirnos en hijos e hijas adoptivos en la casa del Padre.
7. ¿Qué detalles les llaman la atención al escuchar cómo Jesús cumplió estas alianzas?
(Permita los comentarios.)
APLICACIÓN A LA VIDA: ENTRAR EN LA ALIANZA
8. Como hemos visto a lo largo de este estudio, Dios ha ampliado la invitación a entrar en alianza con Él a todos, incluso a nosotros. ¿Ustedes se han considerado como integrantes en una alianza con Dios? ¿Cómo se ve esa relación en sus vidas?
(Permita los comentarios.) Estar en alianza significa que nos hemos convertido en hijos e hijas amados de Dios, miembros de Su familia, la Iglesia, herederos de Sus promesas y de las bendiciones la alianza implica. También significa que debemos ser fieles a la alianza.
9. Como vimos en la introducción a este estudio bíblico, una alianza consiste en la entrega mutua de personas, confirmada con un juramento, en la cual los integrantes se convierten en una familia. Jesús nos dice que la Eucaristía es el signo de la nueva alianza. Cuando recibimos la Santa Hostia, las palabras “el cuerpo de Cristo” se pronuncian, a lo que respondemos “Amén”, una palabra que significa que damos nuestra afirmación o promesa. Al decir “Amén”, estamos renovando nuestra alianza con el Señor, a quien una vez más prometemos ser fieles. ¿En qué sentido esta visión de la Eucaristía como el signo de una alianza cambia la manera en que pensamos en la misa?
(Permita los comentarios.)
10. ¿Qué podemos hacer para recibir la comunión con mayor fidelidad?
(Permita los comentarios.)
11. Hemos llegado al final de nuestro estudio. Invito a cada uno a comparar su vida ahora con sus perspectivas en el principio del estudio. ¿Hay algo diferente en cómo Ustedes piensan o viven?
(Permita los comentarios.)
RESUMEN
En este capítulo aprendimos cómo Jesucristo cumple todas las alianzas del Antiguo Testamento. También aprendimos que estamos llamados a entrar en una relación con Jesucristo en la Iglesia Católica, la comunidad mundial de la alianza. En la Eucaristía, renovamos nuestro compromiso a ser fieles: Jesús se entrega entero a nosotros, y prometemos corresponder y entregarnos a Él completamente. La Eucaristía es el signo y el símbolo de esta nueva y perpetua alianza.
Nota al misionero: Si cualquier participante en su estudio bíblico no ha escuchado una presentación del mensaje del evangelio, ésta es una oportunidad de hablar con el/ella individualmente. Así al final del estudio, debemos ofrecer a cada integrante del estudio la oportunidad de vivir en una relación fiel de alianza con Dios en Jesucristo. El folleto “La mejor relación” es un recurso útil para presentar el Evangelio; o bien puede usar un pasaje adecuado de las Escrituras, como la parábola del hijo pródigo en San Lucas 15:11-32.
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