La historia de la salvación - Adán

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Objetivo: Que los participantes entiendan que son hijos e hijas amados de Dios por medio de su alianza con Adán, la cual Él confirmó con el descanso del Sabbat.

Nota para el misionero: El contenido de este capítulo se parece en algunos aspectos al del primer capítulo del estudio bíblico “El centro”. Si recién han terminado ese estudio, enfatice las diferencias claves en “La historia de la salvación” como los temas de la identidad y del Sabbat. Otras opciones serían explicar a su grupo que algunas secciones son similares a “El centro”, o bien preguntar lo que ya saben a partir de sus estudios previos con respecto a los temas del libro de Génesis.

MATERIAL INTRODUCTORIO

¿QUÉ NECESITAMOS SABER SOBRE ESTA LECTURA?

Lea: Génesis 1:26-28, 2:16-17, 3:1-7, 2:1-3

CONTEXTO

Contexto en la historia de la salvación: Narrativas de la creación

La historia de la salvación comienza en el libro de Génesis con la creación. A menudo cuando nos aproximamos a un texto como Génesis, de pronto empezamos a considerar las cuestiones filosóficas de la ciencia y la evolución. Esos asuntos son interesantes, pero no se abordan en este capítulo. Con confianza los participantes pueden aclarar sus dudas con un misionero de FOCUS, o bien leer las respuestas que da el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC). Hoy, nuestro enfoque es distinto: ¿Por qué se creó el mundo?

Contexto para nuestro estudio hoy: Imagen y semejanza

Génesis 1:26-28

Dios pone en Adán y Eva Su misma imagen y semejanza, igual como lo hace en cada uno de nosotros. Pero, ¿qué significa la expresión “imagen y semejanza”? Para los antiguos hebreos, denotaba más que poseer unas cualidades divinas. De hecho, la próxima vez que la expresión aparece en Génesis describe la relación entre Adán y su propio hijo, Set: Adán “engendró un hijo a su semejanza, según su imagen, a quien puso por nombre Set” (Gn. 5:3). El nacimiento de Set nos muestra que el ser hecho a la imagen y semejanza de Dios da a conocer una relación íntima. Adán y Eva y cada uno de nosotros somos hijos amados de Dios. Por consiguiente, aún desde su creación Adán y Eva tenían una relación profunda y familiar con Dios como su Padre amoroso.

El Catecismo describe esta relación bien: “De todas las criaturas visibles sólo el hombre es ‘capaz de conocer y amar a su Creador’; es la ‘única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma’; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios… El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo”.

Sin embargo, esta identidad como hijos e hijas amados se ve atacada de inmediato. Conforme que veamos y entendamos la profundidad de la relación de Adán y Eva con Dios, la caída venidera de la pareja cobra un sentido aún más trágico.

CLIMAX: UNA CRISIS DE IDENTIDAD

Génesis 2:16-17

En Génesis 2:16-17 Dios les da a Adán y Eva un mandamiento; el de no comer del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Ahora bien, ¿Por qué daría Dios, un Padre amoroso, tal mandamiento a Adán y Eva? Sabemos que Dios sólo quiere su bien y que Él sabía que el árbol era un peligro para ellos, lo cual nos lleva a preguntar: ¿Por qué colocar un árbol dañino en el Paraíso en primer lugar?

La respuesta es la libertad (CIC 396). Dios nos da la capacidad de escoger, y es ese libre albedrío que nos posibilita el amar. Entonces, Dios impartió Su ley ¾en aquel momento, sólo una regla¾ para darles a Adán y Eva la oportunidad de amar. Si no tuvieran ninguna opción, serían o unos robots o unos esclavos. En cambio, Dios desea una relación amorosa y libre.

Génesis 3:1-7

La serpiente se interpela en este momento crucial de decisión. En Génesis 3:1 la serpiente le pregunta a Eva “¿cómo os ha dicho Dios que no comáis de ninguno de los árboles del jardín?” Pero esto no es lo que Dios mandó: sólo prohibió que comieran del fruto de un árbol. Con exagerar la prohibición, intenta hacerle a Eva dudar de la bondad de Dios.

Eva responde afirmando el mandamiento de Dios; pero luego ella también lo exagera, diciendo que si ella toca el fruto siquiera, morirá. De nuevo, esto no es lo que dijo Dios específicamente: Eva ya cayó y empieza a desconfiar; Dios no ha mencionado ninguna consecuencia por tocar el fruto.

Luego viene la mentira de Satanás: “De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”. O sea, “Dios te está privando: podrías ser alguien más, podrías estar mejor”.

Consideremos por un momento la ironía en esta tentación: Adán y Eva ya eran como Dios. La serpiente les tienta a envidiar algo que ya tienen.

Sin embargo, la mentira funciona. Como observa el Catecismo, “El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su creador y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios” (CIC 397). Ellos abandonan lo que ya sabían de la paternidad de Dios, cambiando la imagen de Dios  Padre por el concepto de una deidad cruel y distante, quien delimita la libertad humana.

Este pecado tiene consecuencias contundentes para la familia humana: todos hemos heredado este estado caído (CIC 402). Ahora sufrimos por nuestro alejamiento de Dios, por una pérdida de harmonía interna, por los conflictos con los demás y las tribulaciones en el mundo (CIC 399-400).

APLICACIÓN A LA VIDA: EL SABBAT

Génesis 2:1-3

La tentación de definirnos aparte de Dios ha perdurado desde Adán y Eva hasta nuestros días. A menudo la gente busca su identidad en todo menos en Él: ya sean los deportes, los estudios, las relaciones, etc., buscamos continuamente nuestro valor y dignidad en las cosas de este mundo. ¿Cómo podemos volver a confiar en el amor de Dios para nosotros y saber que Él nos está cuidando y que nuestra identidad más profunda está en nuestra relación con Él?

Como si supiera Dios que nos provocaríamos esta crisis de identidad, en Génesis 2:1-3 leemos que “el séptimo día Dios dio por concluida la labor que había hecho”; además, “bendijo Dios el día séptimo y lo santificó”. Ese día lo conocemos como el Sabbat. ¿Por qué es importante el séptimo día y qué diferencia hace el Sabbat para nosotros?

Como leemos, el Sabbat ocurre el séptimo día. La palabra por “siete” en el hebreo tiene la misma raíz como su palabra por “juramento,” como el que se toma en una alianza. El teólogo Scott Hahn ha señalado que en el idioma de los hebreo, “sietearse” significa “tomar un juramento” (A Father Who Keeps His Promises 51). Recordemos la definición en la introducción de una alianza como la entrega mutua de personas, mediante la cual los contrayentes se dan el uno al otro de una manera tan entera que ellos se integran en una sola familia (como en el matrimonio).

A base de lo anterior, podemos concluir que con crear el mundo en siete días y al consagrar el séptimo día, que Dios establece una alianza con Adán y Eva. En la creación misma quiso establecer Su paternidad y recordarnos de nuestra alianza con Él.

Tanto los antiguos judíos como los actuales observan el Sabbat en el sábado. Como católicos celebramos el cumplimiento del Sabbat el día domingo, que llamamos el Día del Señor, ya que fue en ese día que Jesús resucitó. Dios dio el Sabbat a Israel para recordarles a Quien pertenecen en verdad. Él nos mantiene, no nos mantenemos solamente con el trabajo, como en el caso de los esclavos. En el domingo, el Día del Señor, nos acordamos de confiar en Él como Padre y dador de todo, y a reverenciar la relación que tenemos con Él como sus hijos e hijas. Asistir a misa los domingos nos recuerda a encontrar nuestra identidad en Dios, nuestro Padre y no en las cosas de este mundo (Véase CIC 2168-2196).

En este capítulo aprendimos que Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, lo que significa que somos hijos e hijas de Dios. Nuestra relación con Él constituye nuestra identidad más profunda. También vimos como Adán y Eva caen en el pecado cuando no confían en el amor paternal que Dios les tiene. Al final, vemos como el Sabbat es un recordatorio semanal de nuestra alianza con Dios, nuestro Padre, y que nuestra verdadera identidad está en Él, en vez de en otras cosas. El símbolo para acordarnos de esta alianza de la creación es el Sabbat, que aquí se representa con el número siete en el calendario. 

GUÍA DE PREGUNTAS PARA SU ESTUDIO BÍBLICO

Génesis 1:26–28, 2:16–17, 3:1–7, 2:1–3

Recordatorio para el misionero del objetivo del capítulo: Que los participantes entiendan que son hijos e hijas amados de Dios por medio de Su alianza con Adán, que se conmemora con el Sabbat

INTRODUCCIÓN

1. A lo largo de los siglos, ¿qué son algunas de las preguntas más grandes que los seres humanos han hecho sobre la vida?

Permita los comentarios.

(Léase lo siguiente en voz alta.)

Hoy, vamos a pensar en algunas de esas cuestiones y ver unas respuestas que ofrece el libro de Génesis y su relato sobre la creación del mundo. Es allí donde aprendemos de la primera alianza de Dios con Adán y lo que nos enseña sobre quienes somos y el propósito de la vida.

CONTEXTO: IMAGEN Y SEMEJANZA

Lean Génesis 1:26-28

2. En Génesis 1:26-28, Dios hace al hombre a Su imagen y semejanza ¿Qué significa eso?

Permita los comentarios y espere hasta la siguiente pregunta para aclarar que la expresión significa que somos hijos e hijas de Dios.

3. Veamos otro pasaje en las Escrituras para ahondar este concepto. (Misionero: pida que alguien lea Génesis 5:3) A luz de lo que dice allí, ¿qué significa el ser creado según la imagen y semejanza de Dios?

Respuesta: Significa que somos hijos e hijas amados de Dios.

CLIMAX: UNA CRISIS DE IDENTIDAD

4. ¿Por qué piensan Ustedes que Dios da a Adán y Eva el mandamiento de que no coman del árbol de la ciencia del bien y del mal?

Respuesta: Dios les dio una oportunidad de expresar su amor por Él. Sin la opción de desobedecerlo, serían sólo robots o esclavos ¾programados siempre a obedecer¾ y no hijos. En cambio, el mandamiento les da una opción a elegir libremente; en última instancia, sin la libertad el amor no existe.

Lean Génesis 3:1-7

5. En Génesis 3:1, la serpiente entra al escenario. Tomando en cuenta las palabras que la serpiente dice a Eva en este versículo, ¿cómo intenta el diablo torcer la percepción que Eva tiene de Dios?

Respuesta: La serpiente quiere que Eva cuestione la fiabilidad de Dios y le tienta a poner en duda la bondad divina. Él representa a Dios como un ser mezquino que le priva a Eva de los bienes, y no como el Padre amoroso que es, quien la hizo para la libertad.

6. En su respuesta a la serpiente, ¿cómo exagera Eva el mandamiento de Dios?

Respuesta: Eva exagera el mandamiento de Dios en Génesis 2:16-17 ya que Él no ha dicho que no tocaran el fruto, sino que no lo comieran. Desde luego, Eva cede y cae en la trampa de identificar a Dios como un tirano estricto y sin misericordia.

7. En Génesis, hay un drama entre Adán y Eva que alterna entre representaciones de Dios como un Padre amoroso y Dios como un dictador estricto. Nuestras perspectivas sobre Dios a veces pueden ser similares a este drama, dependiendo de la situación. ¿Cómo has visto a Dios en varios momentos en tu vida?

Permita los comentarios.

APLICACIÓN A LA VIDA: EL SABBAT

8. Génesis revela que nuestra identidad más profunda consiste en ser los hijos e hijas de Dios; sin embargo, a menudo nos cuesta vivir esa identidad. ¿Qué son otros elementos ¾bienes o malos¾ que influyen en nuestra identidad?

Permita los comentarios. Respuestas posibles incluyen las metas profesionales, los deportes, el éxito, el círculo social, la atención en los medios sociales, las relaciones románticas, la sexualidad, etc.

Lean Génesis 2:1-3

(Léase en voz alta al grupo.)

Mientras leamos la historia de la salvación, veremos cómo las alianzas de Dios crecen y expanden, cada una con su propio símbolo. En este caso, el símbolo de la primera alianza es el Sabbat, un día de descanso apartado para volvernos a conectar a Dios y enfocarnos en nuestra relación con Él.

Como Adán y Eva, necesitamos oportunidades para reconectar con Dios y para recordarnos de nuestra verdadera identidad. Como si Dios anticipara la inquietud interior que el pecado nos traería, nos dio un día de descanso cada semana. En Génesis 2:1-3, vemos como en el séptimo día Dios “dio por concluida la labor que había hecho” y que “bendijo el séptimo día y lo santificó”. Conocemos el séptimo día como el Sabbat.

Hemos aprendido también que en hebreo la palabra “siete” tiene la misma raíz que su palabra por “juramento”, como uno que se toma como parte de una alianza (como el matrimonio).

A partir de esa asociación, inferimos que, con crear el mundo en siete días y al consagrar el séptimo día en particular, Dios contrae una alianza con Adán y Eva. En la creación misma, Él quiso establecer Su paternidad y recordarnos de nuestra alianza con Él.

9. ¿Qué les parece lo que hemos estudiado? ¿Tiene sentido? Si tuviéramos que explicar el Sabbat a alguien (o el Día del Señor, como se le llama en el cristianismo) ¿qué diríamos?

Permita que el grupo comente y comparta sus reflexiones.

10. El corazón del Sabbat, o el Día del Señor, consiste en asistir a misa. ¿Cuáles son sus perspectivas sobre la asistencia dominical a la misa? ¿Qué sugieren sus perspectivas acerca de sus creencias sobre Dios? ¿Qué dicen las mismas perspectivas en cuanto a la misa sobre nosotros?

Permita los comentarios.

RESUMEN

(Léase en voz alta al grupo.)

En este capítulo, aprendemos que Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, lo cual significa que somos hijos e hijas amados de Dios. Nuestra relación con Él constituye nuestra identidad más profunda. También vimos cómo Adán y Eva caen en el pecado por no confiar en la bondad paternal de Dios hacia ellos. Al final, comentamos que el Sabbat sirve como un recordatorio semanal de nuestra alianza con Dios, nuestro Padre, y que nuestra verdadera identidad en Él, en vez de en cualquier otra cosa o persona. El símbolo de esta alianza es el Sabbat, representado por el número siete en el calendario.

*Para una mayor exposición de la Caída y sus consecuencias, véase el estudio bíblico anterior “El centro”, capítulo uno.

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