Oración Lectio Divina (Opcional)

  1. Lee Lucas 5,1-11.
  2. Medita las palabras.
  3. Háblale a Cristo sobre este pasaje.
  4. Descansa y escucha en la presencia de Dios.
  5. Comparte con otros.

Es asombroso que, de los miles de judíos que vivían en su época, Jesús escogió a un hombre como Simón Pedro para ser su discípulo.

Pedro no tenía un currículum impresionante. No se destacó como una de las personas más inteligentes o santas o más dotadas o talentosas de su tiempo, ni ocupó ninguna posición de liderazgo entre los judíos. Él no era un sacerdote. No era parte de la clase dominante de élite. No era un experto religioso como los fariseos. Era simplemente un pescador común y corriente, sin educación, que trabajaba en las orillas del Mar de Galilea.

Y está claro en los evangelios que Pedro estaba lejos de ser perfecto. Mostró algunos momentos de gran fe, pero también es conocido por cometer grandes errores y sobrestimar sus habilidades, como no entender a Jesús (Mt 16,22), limitar el perdón (Mt 18,21) y falta de confianza (Mt 14,30). Pedro incluso negó a Jesús tres veces y lo abandonó en el momento que más lo necesitaba (Mt 26,75).

Pedro era una persona común como nosotros, alguien que tenía buenas intenciones, pero no tenía todo bajo control, y, sin embargo, Jesús lo llamó a ser su discípulo. Y la vida de Pedro se transformó a través de este proceso de discipulado: eventualmente se convirtió en un gran líder cristiano, un Santo santo, un valiente testigo de Cristo e incluso un mártir en Roma.

Eso nos debe de animar. Dios nos ama y nos elige tal como somos, pero nos ama demasiado para dejar que nos quedemos así. Antes de la expectativa de hacer grandes cosas, está el llamado a seguirlo. Y si respondemos al llamado, Él nos sanará y nos equipará para vivir como sus discípulos. Si Jesús puede tomar a hombres débiles, imperfectos y alejados de la santidad como Pedro y transformarlos con el tiempo en santos, ciertamente puede hacer lo mismo con nosotros.

Reflexiona: ¿Te alienta el saber que Pedro no era necesariamente la persona más dotada y talentosa del mundo? ¿De qué manera has tenido buenas intenciones de ser quien Jesús te estaba llamando a ser, pero fallaste?

DISCÍPULOS DE JESÚS: IMITANDO AL MAESTRO (1)

La idea del discipulado se puede resumir con una palabra clave bíblica: imitación. Ser discípulo significaba seguir a un rabino, un maestro. Pero el objetivo de un discípulo no era simplemente dominar las enseñanzas del rabino; en cambio, era dominar su forma de vida: cómo oraba, estudiaba, enseñaba, servía a los pobres y vivía su relación con Dios día a día.

Jesús mismo dijo que, cuando un discípulo está completamente formado, se convierte “como su maestro” (Lc 6,40). Cuando San Pablo formaba discípulos, los exhortaba no sólo a recordar sus enseñanzas sino también a seguir su forma de vivir: “Sigan mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo” (1 Cor 11,1). Los exhortó a guiar a los demás de la misma manera (2 Tm 2,2).

La palabra que la Biblia usa para “discípulo” es mathetes, que significa “aprendiz.” Pero el discipulado bíblico es muy diferente al tipo del aprendizaje que se da en el salón de clases que tiene lugar en la mayoría de los campus universitarios hoy en día. Un profesor universitario pudiera dar clase en un gran salón, y luego evaluaría a los estudiantes sobre qué tan bien aprendieron el material de la clase. De vez en cuando, un estudiante pudiera hacer una pregunta y buscar más orientación. Pero en su mayor parte, los profesores y los estudiantes no suelen compartir la vida juntos en una comunidad continua de compañerismo y aprendizaje fuera del salón de clases.

Sin embargo, aprender de un rabino era muy diferente. Como Edward Sri explica,

Seguir a un rabino… significaba vivir con el rabino, compartir la vida con él y participar en todo el estilo de vida del rabino. Un discípulo podía acompañar a un rabino en todas sus rutinas diarias: oración, estudio, debates con otros rabinos, dar limosna a los pobres, enterrar a los muertos, ir a la corte, etc. La vida de un rabino estaba destinada a ser un ejemplo vivo de alguien moldeado por la palabra de Dios. Los discípulos, por lo tanto, estudiaban no sólo el texto de las Escrituras sino también el “texto” de la vida del rabino.(2)

Por eso Jesús no invitó simplemente a sus discípulos a escuchar sus predicaciones en las sinagogas. Él les dijo: “Ven, sígueme”, y básicamente los invitó a acampar por tres años, viajando de pueblo en pueblo por toda Galilea mientras predicaba el Evangelio del reino.

Imagínate: ¡vivir con Jesús, día tras día, durante tres años! ¡Cuánto influenciaría el ejemplo de Jesús a sus discípulos! Notarían la forma en que se despertaba temprano para orar. Serían testigos de su compasión hacia los demás. Se conmoverían por su urgente necesidad de salir en búsqueda de los pecadores y marginados. Verían milagros de sanación y resurrección. También serían testigos de cómo enseñaba a las multitudes, debatía a los oponentes, invitaba a la gente al arrepentimiento y les ofrece su misericordia. Gran parte de la forma en que Jesús vivía su vida se les “pegaría” a sus discípulos.

Reflexiona: ¿Cómo esta idea del discipulado cambia la forma en la que piensas acerca de lo que significa ser un discípulo de Jesús?

NUESTRO DISCIPULADO HOY

Si bien estamos llamados a seguir todas las doctrinas y prácticas de la Fe, pero aún se necesita mucho más. Debemos profundizar y reflexionar sobre lo que está sucediendo en nuestros corazones. ¿Estamos creciendo en nuestra unión con Jesús? ¿Reconocemos su llamado continuo a la conversión, su invitación en nosotros a dar más, amar más y entregarnos más? Los discípulos están conscientes de que Jesús los invita constantemente a vivir más como Él en todas las áreas de sus vidas, como dijo el Papa San Juan Pablo II, “aprende siempre a pensar mejor como Él, a juzgar como Él, a actuar de acuerdo con sus mandamientos, a esperar como Él nos invita a ello.”4 Ser un discípulo, por lo tanto, implica mucho más que simplemente decir y creer las cosas correctas. Es un estilo de vida. Es, al final de cuentas, el estilo de vida de Jesús transformándonos.

Este tema del discipulado nos recuerda que ser católico no es algo estancado o inactivo: “Yo asisto a misa los domingos”; “Creo en todas las enseñanzas de la Iglesia”. Todo eso, por supuesto, es esencial para un católico practicante; pero vivir como discípulo implica mucho más. El discipulado es algo muy personal y dinámico. Implica una conversión continua, una transformación y un aprendizaje continuo para decir un “Sí” mayor a Jesús. El verdadero discípulo de Jesús nunca se limita a seguirlo complacientemente. Nunca se conforman con la mediocridad, con lo más mínimo, con un enfoque de fe de “cruzar de mi lista lo que tengo que hacer”. Más bien, los verdaderos discípulos se esfuerzan por alcanzar la grandeza, siempre al acecho del próximo paso de fe al que Dios los está llamando. Tienen el objetivo intencional de desarraigar los pecados y las debilidades de su vida, crecer en nuevas virtudes y profundizar su amistad con Cristo. Están tratando intencionalmente de imitar a Cristo.

Este viaje de transformación implica que un discípulo reconozca humildemente dos verdades importantes:

A. “La verdad sobre sí mismo: sus muchas debilidades, fracasos y áreas en las que no llega a vivir como Cristo.

B. La verdad acerca del para qué fue creado: ser conformado a la imagen de Cristo: vivir como Él, amar como Él…

El discipulado se trata de pasar del A al B.”(5)

Cuando la tradición católica habla de “buscar la santidad” o “hacerse santo”, se está refiriendo a este proceso de toda la vida de un discípulo cristiano siendo cada vez más transformado por la gracia de Dios y cambiado a la semejanza de Cristo “de un grado de gloria a otro” (2 Cor. 3,18).

Reflexiona: ¿De qué manera ya estás viviendo como discípulo de Jesús, y de qué manera sigues fallando?

VIVIR COMO DISCÍPULO: CUATRO PRÁCTICAS

Los antiguos judíos tenían un dicho que capta esta idea de discipulado y transformación. Decían que si encuentras un buen rabino, debes “cubrirte con el polvo de sus pies y beber con sed sus palabras”. Sri continúa explicando:

La expresión probablemente se basa en un espectáculo bien conocido por lo antiguos judíos: los discípulos eran conocidos por caminar detrás de su rabino, siguiéndolo tan de cerca que se cubrían con el polvo que levantaban sus sandalias. Esta habría sido una imagen poderosa de lo que debería suceder espiritualmente en la vida del discípulo. Se esperaba que los discípulos siguieran al rabino tan de cerca que estuvieran cubiertos con la forma de pensar, vivir y actuar de su maestro.(6)

Miles de años después, estamos llamados a hacer lo mismo. Aunque caminamos por caminos pavimentados, no polvorientos, todavía estamos llamados a ser discípulos, a seguir a nuestro Rabino, Jesucristo, tan de cerca que nos cubra con el “polvo” de su vida, que nos cambie y haga nuevos. Estos son exactamente el tipo de discípulos que Jesús está buscando. Nos llama a imitarlo.

Pero ¿cómo podemos hacer eso hoy?

Los primeros discípulos buscaron imitar la vida que Jesús les enseñó de cuatro formas diferentes: “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones” (Hechos 2,42). Podemos pensar en estas cuatro prácticas clave de un discípulo: la oración, la convivencia (el compañerismo), la fracción del pan (es decir, los sacramentos) y la enseñanza de los apóstoles, como los lugares donde encontramos la guía y el poder de Jesús hoy, al igual que en la Iglesia primitiva. Nos ayudarán a crecer espiritualmente mucho más allá de lo que podríamos hacer por nuestra cuenta.

Estas cuatro prácticas de oración, compañerismo, los sacramentos y la enseñanza de los apóstoles son como el combustible que podemos agregar para mantener el fuego de nuestra fe creciendo.

Cuanto más vivamos estas cuatro cosas, más encontraremos a Jesús y nos cubriremos con el polvo de nuestro rabino. Por ejemplo:

Meditamos en un aspecto de la fe apostólica que nos mueve a alabar o nos desafía a hacer un sacrificio. Esto nos ayuda a ser más como Cristo. Sentimos en la oración que Dios nos llama a cambiar, a ser mejores en un área determinada o a confiar más en Él. Experimentamos su amor y misericordia en los sacramentos y anhelamos volver de nuevo. Nos encontramos con Jesús en comunión con nuestro prójimo, los pobres, los que sufren y otros cristianos que nos alientan en la fe y nos brindan muchas oportunidades para crecer en el amor de Cristo amando a Cristo que mora en ellos.(7)

Reflexiona: Considerando estas cuatro prácticas (oración, compañerismo, los sacramentos y la enseñanza de los apóstoles), ¿qué pasos necesitas tomar para estar más “cubierto en el polvo” de tu Rabino, Jesucristo?

PONLO EN ACCIÓN

Ahora que has aprendido lo que significa ser un discípulo de Jesús, puedes comenzar a dar algunos pasos concretos para convertirte en un discípulo más fiel. Concéntrate especialmente en cómo puedes acercarte más a Cristo al hacer de las cuatro prácticas de Hechos 2,42 una parte más importante de tu vida. Los siguientes artículos de este libro pueden ser guías útiles para aprender a incorporar estas cuatro prácticas en tu vida diaria.

CONCEPTOS CLAVES

Imitación: Una palabra clave que resume la vida de un discípulo es “imitación”. Un discípulo debe estar “cubierto con el polvo del rabino”, esforzándose constantemente a imitar a Cristo.

En Hechos 2,42, las cuatro prácticas de un discípulo de Jesús son

1. Oración

2. Convivencia (compañerismo)

3. La fracción del pan (los sacramentos)

4. La enseñanza de los apóstoles.

RECURSOS ADICIONALES

  • Into His Likeness: Be Transformed as a Disciple of Christ by Dr. Edward Sri
  • The Activated Disciple by Jeff Cavins
  • Catechism of the Catholic Church 1805 – 1845: The Human Virtues

Notas

(1) The following sections of this article are based on insights from Edward Sri, Into His Likeness: Be Transformed as a Disciple (San Francisco: Ignatius Press, 2017).

(2) Edward Sri, Into His Likeness: Be Transformed as a Disciple (San Francisco: Ignatius Press, 2017), 25.

(3) Ibid., 29.

(4) John Paul II, Catechesi Tradendae, accessed September 25, 2020, Vatican.va, 20.

(5) Edward Sri, Into His Likeness: Be Transformed as a Disciple, 5.

(6) Ibid., 30.

(7) Edward Sri, “In the Dust of the Rabbi: Clarifying Discipleship for Faith Formation Today,” Review. catechetics.com, accessed November 18, 2020, https://review.catechetics.com/dust-rabbi- clarifying-discipleship-faith-formation-today.

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