El evangelio

“Jesús, al irse de allí, vio a un hombre llamado Mateo en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo:

‘Sígueme.’ Mateo se levantó y lo siguió.” (Mateo 9, 9)

Piensa en Mateo, recaudador de impuestos. Recaudar impuestos no era simplemente otra profesión en los tiempos de Jesús. Los recaudadores de impuestos eran los responsables de extraer dinero de la gente y a menudo lo hacían sin misericordia. Robaban dinero de las personas, incrementaban las tarifas de los impuestos y se quedaban con el resto del dinero para ellos mismos.

Como recaudador de impuestos judío, veían a Mateo como a alguien aún peor. La ley romana era un problema serio para los judíos. Dios les había dado la Tierra Prometida y ellos se suponía que debían tener su propio rey, no un emperador romano. Roma era el enemigo y todo aquel que estuviera con Roma era rechazado, amigo del enemigo. Ese era Mateo.

Mateo era un ladrón. Un traidor. Se dejó seducir por la riqueza y el poder. Cuando Jesús le dice a Mateo “Ven y sígueme”, puedes imaginarte el conflicto en la mente de Mateo: “¿Realmente puedo dejar de ser recaudador de impuestos? ¿Qué pasará con mi dinero, mi carrera? Y al mismo tiempo, deseaba algo más en su vida: “¿Seré más feliz? ¿Será mejor mi vida si dejo todo y sigo a este hombre? Tal vez no tenga que ser un traidor. Pero ¿realmente puedo cambiar? ¿Quiero cambiar? ¿Conozco siquiera a este hombre? ¿Qué pasa si lo sigo? ¿Cuál será el costo?

La invitación de Jesús de “seguirlo” es lo que nos ofrece a cada uno de nosotros. Y como Mateo, podemos sentir esa misma tensión. Tal vez hemos estado en esa posición antes. Tal vez no estamos seguros de que seguir a Jesús es una buena decisión. Tal vez podemos sentir a Dios llamándonos a algo, pero tenemos miedo de lo que pueda costar. Tal vez hemos hechos cosas malas en el pasado y no creemos que podemos cambiar. Sea cual sea nuestra situación, hay que considerar la invitación de Jesús de “seguirlo” y ver lo que puede significar en nuestras vidas.

Reflexiona: Al igual que Mateo, ¿alguna vez has sentido ese conflicto interno en tu vida? ¿De qué manera?

UNA INVITACIÓN: LAS CINCO RS

La invitación de Jesús puede ser resumida en 5 Rs: Relación, Rebelión, Reconciliación, Recreación (Recrear) y Respuesta. Démosle un vistazo a este mensaje y descubramos lo que puede significar para nosotros y cómo lo podemos aplicar en nuestras vidas.

Para empezar, considera esta pregunta:

Reflexiona: ¿Cuál crees que es el propósito de la vida?

RELACIÓN: PARA LO QUE FUIMOS CREADOS

Durante la historia de la humanidad, muchas respuestas se han propuesto sobre el significado de la vida. Pero la respuesta cristiana a esta pregunta es única: “Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. ” (CIC 1) Piensa en eso: Dios no tenía necesidad de crearnos- Él está perfectamente bendecido en sí mismo. Y, aun así, como nos enseña la Biblia, “Dios es amor” (1 Juan 4, 8), y de su amor, el escoge libremente traernos a la existencia y llenarnos con su vida, para que pueda compartir su amor con nosotros. Aquí es donde encontramos la felicidad perdurable y duradera: en la amistad con Dios como sus hijos e hijas (Génesis 1, 26).

Reflexiona: ¿Qué piensas de la respuesta cristiana al significado de la vida? ¿Crees que puedes tener una relación con Dios?

REBELIÓN: EL ABISMO

Aunque fuimos creados para una relación con Dios, hay un serio problema: el pecado.

Rebelión: El Abismo

El pecado radicalmente rompe nuestra relación con Dios. Debemos sentir el peso de que tan devastador son las consecuencias del pecado. Como Curtis Martin explica en su libro Haciendo Discípulos Misioneros,

No eres quien fuiste creado para ser. El pecado te lastimó y te separó de Dios. Nuestro problema es mucho peor de lo que nos pudimos haber imaginado. A primera vista, podemos pensar que, con un poco de esfuerzo hacia la superación personal, podríamos cerrar el espacio entre quiénes somos y quiénes deberíamos ser. Pero ese no es el caso.

Cuando caímos: la caída fue universal – “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3,23)

La caída fue severa- “El pecado paga un salario, y es la muerte” (Romanos 6, 23) (1)

La caída creó una brecha tan grande que ningún ser humano puede unirlo, ni siquiera con su mejor esfuerzo. El problema de nuestra vida no se encuentra en nuestras circunstancias: nuestra familia, nuestro novio o novia, la situación política en la que nos encontramos, nuestro trabajo o cualquier otra cosa que nos haya sucedido. Nuestro problema es el pecado.

El pecado lleva a un dilema: estamos hechos para una relación con Dios, pero estamos separados de él a causa del pecado. Y a pesar de nuestros mejores esfuerzos, no podemos cerrar la brecha causada por el pecado.

Hombre y Dios

Piensa en lo que sucede en otras relaciones. Cuando lastimamos a alguien, tenemos la sensación de que debemos hacer algo: ofrecer un regalo de amor, un sacrificio, una expresión de nuestro dolor y deseo de arreglar las cosas, para que podamos cerrar la brecha en la relación. Lo mismo es cierto en nuestra relación con Dios. Pero con Dios, el don del amor, el puente, debe ser mucho más grande, infinitamente más grande. Como explica el Dr. Edward Sri en su libro Love Unveiled,

Nuestro pecado implica negar nuestro amor por el Dios que nos ama tan completamente. Nosotros, por lo tanto, debemos ofrecer a Dios un don de amor que corresponda a la infinita gravedad del pecado cometido contra Él. Pero ningún ser humano puede hacer eso. Ni siquiera la persona más santa podría ofrecer un regalo de amor que expiaría los pecados de toda la humanidad. Solo una persona divina podría hacer eso.(2)

Este es el dilema. Tenemos el deseo de una felicidad duradera que sólo proviene de una relación con Dios, pero no podemos enmendar esa relación por nosotros mismos. Somos finitos, y sólo un amor infinito puede cerrar la brecha infinita causada por el pecado.

Reflexiona: ¿Cómo has experimentado el pecado y sus efectos? ¿Cómo has vivido este dilema? ¿De qué maneras has tratado de “estar bien con Dios” por tu cuenta, ya sea directa o indirectamente?

RECONCILIACIÓN: LA SOLUCIÓN DIOS-HOMBRE

Entonces, ¿cómo se puede resolver este problema? El único camino es la solución Dios-hombre: Jesucristo. Como Dios y hombre, sólo Jesucristo puede cerrar la brecha infinita entre nosotros y Dios.

Como plenamente humano, Jesús puede representarnos. Puede ofrecer un acto de amor en nombre de toda la familia humana.

Pero debido a que también es completamente divino, el acto de amor de Jesús supera con creces cualquier cosa que un simple ser humano pueda ofrecer.

Reconciliación: La Solución Dios-Hombre

Por quien es Jesús, completamente humano y completamente divino, su amor total y entregado en la cruz adquiere un valor infinito. Como Dios-hombre, Jesús ofrece en nuestro nombre un don infinito de amor que restaura la relación con el Padre. Jesús es el puente entre la humanidad pecadora y el Dios todo santo.

Reflexiona: ¿Qué piensas de la idea de que Jesús de su vida por ti? ¿Crees que el sacrificio de Jesús en la cruz puede redimir el daño causado por el pecado?

RECREACIÓN: TRANSFORMACIÓN EN CRISTO

Pero hay más. Jesús vino a hacer mucho más que morir en la cruz por nuestros pecados. Si todo lo que hizo Jesús fue morir en la cruz, la humanidad se habría enmendado con Dios, las cosas se repararían y se restauraría la relación con el Padre. Pero Dios nos ama tanto que quiere mucho más que una mera relación de coexistencia reparada, justa y pacífica con nosotros. Él quiere nuestros corazones. Quiere hacernos una “creación nueva”3 (2 Cor 5,17).

Curtis Martin explica una imagen que los Padres de la Iglesia nos dieron para la profunda transformación en Cristo que Dios quiere para nuestras vidas:

Imagina una barra de acero fría y un fuego ardiente. No tienen casi nada en común. Sin embargo, si ponemos la varilla fría en el fuego caliente, algo sorprendente comienza a suceder: la varilla comienza a adquirir las propiedades del fuego. Se calienta, comienza a brillar, y si sacaras la vara del fuego y la tocara con un poco de paja, podría iniciar un incendio. Ahora imagina que el fuego es Dios y nosotros somos la barra de acero. Cuando estamos viviendo en Cristo… comenzamos a tomar las propiedades de Dios.(4)

¡Esto es mucho más que simplemente ser perdonados de nuestros pecados! A medida que Cristo nos llena con su vida, comenzamos a pensar como Cristo, a servir como Cristo, a sacrificarnos como Cristo. Tomamos las cualidades de Cristo. Nos volvemos más pacientes, honestos, generosos, puros y valientes como Cristo. Como explica San Pablo, estamos siendo transformados a la semejanza de Cristo de un grado de gloria a otro (2 Cor 3, 18).

El cristianismo no es simplemente una religión de autoayuda, una buena manera de ser una buena persona. Tampoco se trata simplemente de ser perdonado por una deidad benévola. En su raíz, el cristianismo se trata de permitir que Dios nos cambie desde adentro. Reconocemos nuestra pecaminosidad y completa impotencia, y permitimos que Dios nos perdone, nos sane y nos transforme, para que podamos vivir y amar como el mismo Cristo. Jesús no solo ha muerto para ofrecernos el perdón; ha resucitado también para llenarnos de su vida para que podamos ser transformados en Él.

Esta transformación tiene lugar en la Iglesia de Cristo. Es a través de la Iglesia que verdaderamente encontramos al Jesús vivo, hoy en día, y somos transformados. Todo lo que Jesús ganó para nosotros en su muerte y resurrección nos llega a través de la Iglesia, a través de sus enseñanzas y sus sacramentos. Primero, las enseñanzas: La Iglesia Católica transmite las enseñanzas de Cristo para que podamos ser guiados por Él como nuestro Señor. Cuando escuchamos las enseñanzas de la Iglesia, nos encontramos con Cristo vivo que nos habla. En segundo lugar, los sacramentos: el mismo Jesús que sanó a los enfermos, les regresó la vista a los ciegos y perdonó a las personas de sus pecados sigue tocando nuestras vidas hoy a través de sus sacramentos. En los sacramentos, nos encontramos con el Jesús vivo que nos sana de nuestras propias debilidades, nos perdona nuestros pecados y nos llena con su Espíritu para que nuestros corazones puedan hacerse más como el suyo. Nos encontramos con Jesucristo mismo en la Iglesia Católica. Es ahí donde nos invita a seguirlo y somos transformados.

Reflexiona: ¿Crees que Dios pueda transformar tu vida de esta forma? ¿Qué piensas acerca de la idea de que Dios quiera compartir su vida contigo y transformarte de una manera específica a través de la Iglesia?

o us today. Second, the sacraments: The same Jesus who healed the sick, gave sight to the blind and forgave people of their sins continues to touch our lives today through his sacraments. In the sacraments, we encounter the living Jesus who heals us of our own weaknesses, forgives us of our sins and fills us with His Spirit so that our hearts can be made more like his. We encounter Jesus Christ himself in the Catholic Church. It is there that we are invited to follow him and are changed. Discuss: Do you believe that God can bring about this kind of transformation in your life? What do you think that the idea that God wants to share his life with you and transform you in a specific way through the Church?

RESPUESTA: “SÍGUEME”

Jesús da una respuesta que cierra la brecha creada por el pecado. La salvación es un regalo, ofrecido gratuitamente a cada uno de nosotros por Dios a través de la Iglesia. La decisión de decir sí al don salvífico de Dios significa hacer la elección fundamental de convertirse en discípulo de Jesús (es decir, “Sígueme”). El regalo de Dios es un don total de sí mismo a nosotros y para nosotros; la única respuesta apropiada es una entrega completa de nosotros mismos a cambio.

Pero, como Mateo en la historia del Evangelio anterior, podemos dudar. Tenemos preguntas. Nos preocupamos por lo que podría costar. Pero Jesús no quita nada que haga buena la vida:

¿Acaso no tenemos todos de algún modo miedo –si dejamos entrar a Cristo totalmente dentro de nosotros, si nos abrimos totalmente a él–, miedo de que él pueda quitarnos algo de nuestra vida? ¿Acaso no tenemos miedo de renunciar a algo grande, único, que hace la vida más bella?… ¡no! quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande… ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida.(5)

En lo que consideras la invitación de Jesús, una forma de pensar en tu relación con Dios es en tres escenarios simples (ilustrados en las imágenes a continuación):

God is Not Part of My Life

1. Dios no es parte de mi vida. Yo mismo controlo mi vida.

God is Part of My Life

2. Dios es parte de mi vida, pero no está en el centro. Es importante y a veces lo involucro en mis decisiones, pero yo mismo sigo controlando mi vida.

God is the Center of My Life

3. Dios es el centro mismo de mi vida. Pongo mi vida, mis planes y mis sueños en sus manos, y busco hacer su voluntad y no la mía. Él es el Señor de mi vida. Él está sentado en el trono de mi corazón.

Reflexiona:

1. Reflexionando en estas tres imágenes, ¿dónde te colocarías? ¿Por qué?

2. En este momento, ¿tomarías la decisión de poner a Jesucristo en el centro de tu vida? ¿Le darías tu vida y elegirías seguirlo?

3. (a) Si no, ¿qué te impide entregarle tu vida a Jesús como su discípulo? O (b) En caso de que la respuesta sea sí, ¿te gustaría en estos momentos invitar a Cristo a entrar en y ser el centro de tu vida?

Recen juntos a su manera, o usen una de las siguientes oraciones de la tradición de la Iglesia:

“Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador” (CIC 435)

“Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo lo que tengo y poseo. Me lo has dado todo. A ti, oh, Señor, te lo devuelvo. Todo es tuyo, disponlo enteramente de acuerdo a tu voluntad. Dame, tu amor y tu gracia, que esto me basta” (San Ignacio de Loyola)

TAKE ACTION

Reflexiona: ¿Qué pasos necesitas dar para responder a la invitación de Cristo? ¿Qué necesita cambiar en tu vida? ¿Qué pasos prácticos necesitas tomar? Ver ejemplos a continuación:

  • Ir a confesión
  • Rezar diariamente
  • Ir a misa dominical (o incluso diaria)
  • Leer las Sagradas Escrituras diariamente
  • Pasar tiempo con otros cristianos
  • Unirse a RICA

Notas

(1) Curtis Martin, Making Missionary Disciples: How to Live the Method Modeled by the Master (Colorado: FOCUS, 2018), 46-47.

(2) Edward Sri, Love Unveiled: The Catholic Faith Explained (San Francisco: Ignatius), 91.

(3) Pontifical Council for Culture, “Concluding Document of the Plenary Assembly: The Via Pulcritudinous, Priviliged Pathway for Evangelization and Dialogue (2006), accessed November 17, 2020, Vatican.va, III.1.

(4) Curtis Martin, Making Missionary Disciples: How to Live the Method Modeled by the Master (Colorado: FOCUS, 2018), 13.

(5) Benedict XVI, “Homily of his Holiness Benedict XVI, Imposition of the Pallium and Conferral of the Fisherman’s Ring for the Beginning of the Petrine Ministry of the Bishop of Rome (April 2005),” accessed March 13, 2020, Vatican.va.

The Torch Newsletter

Every week, FOCUS sends out the best resources available to:

  • Help you grow in your faith
  • Improve your evangelization strategy
  • Ignite your community on fire for Christ

Sign up for free right now!

Sign Up Now