- Lee Romanos, 10,14-17.
- Medita las palabras.
- Háblale a Cristo sobre este pasaje.
- Descansa y escucha en la presencia de Dios.
- Comparte con otros.
Pero sus planes pronto se vieron interrumpidos. El rey Juan de Portugal solicitó que los jesuitas enviaran misioneros a su territorio recién adquirido en la India. Ignacio nombró a dos de sus jesuitas para la misión, pero cuando uno se enfermó gravemente, se vio obligado a enviar a otro. Con gran vacilación, Ignacio envió a Francisco Javier, sabiendo que probablemente nunca volvería a ver a su querido amigo.
Después de su partida, Francisco Javier le mandó cartas a Ignacio para actualizarlo sobre su misión. Francisco Javier describió cómo invitó a miles de personas a aceptar el Evangelio y ser bautizados. Vio cientos de miles de conversiones, pero aún estaba frustrado porque no se podía hacer más. Le escribió a Ignacio,
¡Muchas, muchas personas no logran convertirse en cristianos, simplemente por falta de un maestro de la fe cristiana! A menudo pienso en correr por las universidades de Europa, y principalmente por París y la Sorbona, para gritar a todo pulmón, como quien ha perdido el sentido, para decirles a aquellos hombres cuyo el saber es mayor que su deseo que pongan su conocimiento al buen uso, cuántas almas, por su negligencia, deben perder el Cielo y terminar en el infierno.(1)
Si bien no todos estamos llamados a ir a la India para evangelizar, la convicción de Francisco Javier es válida dondequiera que estemos. Hay personas a nuestro alrededor que no viven en amistad con Jesucristo y su Iglesia por una razón principal: ¡No hay nadie dispuesto a ayudarlos! Como dice San Pablo en su carta a los Romanos, “¿cómo podrán creer si no han oído hablar de él? Y ¿cómo oirán si no hay nadie que lo proclame?” (Romanos 10,14).
Como católicos, cada uno de nosotros estamos llamados a predicar el Evangelio de dos maneras: testimonio y palabra. Como nos recuerda el Papa San Pablo VI, “El hombre moderno escucha con más gusto a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son testigos”(2). Nuestro testimonio es esencial. Aun así, “incluso el mejor testimonio resultará ineficaz a largo plazo si no se explica”.(3) A menudo se cita a San Francisco de Asís diciendo: “Predica el Evangelio en todo momento y, si es necesario, usa palabras”. No tenemos evidencia de que San Francisco haya dicho esto alguna vez; en cambio, la Iglesia, los santos y las Santas Escritura testifican que debemos proclamar el Evangelio también con palabras (1 Corintios 9, 16). De hecho, “no hay verdadera evangelización si no se proclama el nombre, la enseñanza, la vida, las promesas, el reino y el misterio de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios”(4) No podemos esperar que los que nos rodean de alguna manera tropezarán con la fe cristiana por sí mismos. Como San Francisco Javier, debemos proclamarles el Evangelio directamente, con palabras.
ANUNCIANDO EL EVANGELIO: EL MENSAJE
El Evangelio es la “buena noticia” de la vida, muerte y resurrección de Cristo para nuestra salvación. Este mensaje a veces se llama kerygma, que significa “proclamación”. Es el mensaje esencial de salvación por medio de Jesucristo.(5)
Aunque hay muchas maneras de resumir el Evangelio, y aunque se han escrito libros completos sobre cómo examinar sus profundidades, es importante que compartamos el Evangelio con los demás de una manera que sea simple, convincente y fácil de entender.
Es posible que hayas visto en el artículo del discipulado del Evangelio, o tal vez alguien te invitó a recibir a Jesús como el centro de tu vida a través de una conversación o usando las Sagradas Escrituras. De cualquier manera, que lo hayas escuchado, el mensaje del Evangelio generalmente consta de unos puntos que contienen el mensaje básico de nuestra salvación. Si bien hay muchas maneras de expresar el mensaje salvador de Jesucristo, los puntos de este artículo sobre el Evangelio se basan en una imagen de Santa Catalina de Siena en su Diálogo, en el que describe a Cristo como un puente entre Dios y la humanidad pecadora.(6) Estos puntos se desarrollan con mayor profundidad en la pág. 42. Pero he aquí un breve resumen:
- Relación: Para lo que estamos hechos — Estamos hechos para una relación con Dios.
- Rebelión: El Abismo — Nuestra relación con Dios fue rota por el pecado. Un abismo infinito nos separaba de Dios. Tenemos un deseo de una felicidad duradera que sólo proviene de una relación con Dios, pero no podemos enmendar nuestra relación con él por nosotros mismos. Somos finitos, y sólo un amor infinito puede cerrar la brecha infinita causada por el pecado.
- Reconciliación: La Solución Dios-Hombre — Como humano, Jesús puede representarnos y ofrecer un acto de amor en nombre de toda la familia humana. Pero debido a que también es completamente divino, el acto de amor de Jesús supera con creces cualquier cosa que un simple ser humano pueda ofrecer. Es un don infinito de amor que él le ofreció al Padre por nosotros en la cruz. Jesús, por lo tanto, es el puente entre la humanidad pecadora y el Dios santísimo.
- Re-Creación: Transformación en Cristo — Jesús no sólo ha muerto para ofrecernos el perdón; ha resucitado también para llenarnos de su vida para que podamos ser transformados en él. Quiere hacernos una “creación nueva”(7) (2 Corintios 5,17). Este proceso de santificación ocurre a través de la Iglesia. Todo lo que Jesús ganó por nosotros por su muerte y resurrección nos llega a través de la Iglesia — a través de sus enseñanzas, sus sacramentos y la comunión de los creyentes en la comunión de los santos.
- Respuesta: “Sígueme” — Jesús invita a cada uno de nosotros a responder al Evangelio y seguirlo como sus discípulos.
Para una mejor explicación de estos puntos, asegúrate de leer y orar a través del artículo del Evangelio en la pág. 40, que explica con mayor profundidad cada uno de estos puntos. ¡Una comprensión profunda y fundamental del mensaje del Evangelio es muy importante para compartirlo bien!
A medida en la que creces en la comprensión del mensaje del Evangelio, también puedes recurrir a varios versículos de las Sagradas Escrituras que ayudan a compartir el kerygma. El Directorio para la catequesis, por ejemplo, identifica varios versículos de las Sagradas Escrituras que expresan el mensaje salvador de Jesucristo. Estos son algunos de sus versículos recomendados:(8)
- Marcos 1,15: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Cambien sus caminos y crean en la Buena Nueva”
- Juan 3,16: “¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
- Juan 10,10: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en plenitud.”
El Papa Francisco también una vez resumió el Evangelio de esta manera: “Jesucristo te ama; él dio su vida para salvarte; y ahora vive a tu lado todos los días para iluminarte, fortalecerte y liberarte.”(9) Estos pasajes nos proclaman de forma sencilla el mensaje de salvación en Jesucristo. Es este mensaje básico que debemos reflexionar una y otra vez a lo largo de nuestras vidas y compartir con los demás, a menudo y de manera explícita.
Reflexiona: ¿Qué es el evangelio? ¿Cómo lo resumirías? ¿Cómo has escuchado este mensaje bien compartido?
HACIENDO LA INVITACIÓN
Querrás preparar con anticipación cómo les presentarás el mensaje del Evangelio y cómo les harás la invitación para que hagan de Jesús el centro de su vida. Te invitamos a que uses el artículo sobre el discipulado del Evangelio (página 40), que presenta cada uno de los puntos del mensaje del Evangelio de una manera conversacional pero poderosa. También puedes decidir hacer tu presentación en torno a algunos pasajes de las Sagradas Escrituras o incorporar tu testimonio.
Cuando te sientes con alguien para compartir el Evangelio, puedes iniciar la conversación de manera informal. Tómate un tiempo para ponerte al día y conversar, agradécele por tomarse el tiempo para reunirse contigo. Después de eso, es hora de compartir el mensaje que preparaste. Trata de hacer que esto también sea conversacional, hazle preguntas a la otra persona para darle la oportunidad de participar en la conversación y compartir sus pensamientos.
Finalmente, no olvides la parte más importante de compartir el Evangelio: Invitar a la otra persona a decir “Sí” a Jesús. Si dicen que sí, tómate un tiempo para orar juntos e invítalos a dar un paso en su fe: ir más seguido a Misa, a unirse a un estudio bíblico, a rezar diariamente o ir a confesión. Si dicen que no o no están seguros, agradéceles por tener la conversación contigo y pregúntales qué preguntas aún tienen o si hay algo sobre lo que quieran saber más. Esta es una gran oportunidad para que continúes caminando con ellos y para presentarles a Jesús y la fe de nuevas maneras.
Reflexiona: ¿Cómo crees que las personas en tu vida recibirían mejor el mensaje del Evangelio? ¿Cómo podrías prepararte para estas conversaciones?
SUPERANDO OBSTÁCULOS
- ¿Esto es católico? Algunos podrían preguntarse si formar a otros en la catequesis y guiarlos a los sacramentos es más importante que compartir el Evangelio. Pero muchos católicos practicantes aún no han sido evangelizados. Pueden estar pasando por los movimientos, incluso creyendo las cosas correctas, pero realmente no se han encontrado con Cristo ni le han entregado sus vidas. No tienen un “sentido vivo de la fe”(10) o, en palabras del Papa Francisco, “carecen de una relación significativa con la Iglesia y ya no experimentan el consuelo que nace de la fe”.(11) Aunque decir sí a Cristo es no es el único paso en la vida de fe de uno, es el más fundamental.
- Presentar el Evangelio parece forzado o impersonal. Seamos honestos: compartir la fe a veces puede ser incómodo. Pero también puede ser incomodo invitar a salir a alguien a una primera cita o una entrevista para un trabajo importante. A veces, las grandes cosas nos obligan a salir de nuestra zona de confort. Al construir relaciones sólidas y compartir el Evangelio honestamente desde el corazón, puede hacerlo más natural. No dejes que un poco de incomodidad impida que alguien conozca a Jesús.
- No sé si estoy listo; No me siento equipado. Puede que sea así. Pero Dios no llama a los equipados; Él equipa a los llamados. La verdadera pregunta es, ¿estás dispuesto? ¿Quieres que más personas conozcan a Jesús? Luego ora, practica con un buen amigo o mentor (tal vez incluso varias veces) y comparte. ¡Imagina lo que podría pasar si te dicen que sí!
Reflexiona: ¿Tienes dudas/miedos sobre el compartir el Evangelio? ¿Cómo puedes superar estos miedos o dudas?
PONLO EN PRÁCTICA
CONCEPTOS CLAVES
- Relación: Para lo que estamos hechos
- Rebelión: El abismo
- Reconciliación: La Solución Dios-Hombre
- Re-Creación: Transformación en Cristo
- Respuesta: “Sígueme”
RECURSOS ADICIONALES
Notas:
(1) Walsh, Milton. (2012). Witness of the Saints: Patristic Readings in the Liturgy of the Hours (Ignatius Press: San Francisco, 2012), 638.
(2) Paul VI, Evangelii Nuntiandi, accessed September 3, 2020, Vatican.va, 41.
(3) Ibid, 22.
(4) Ibid.
(5) See also: Pontifical Council for the Promotion of the New Evangelization. Directory for Catechesis (USCCB: Washington, 2020), 57 – 60.
(6) See St. Catherine of Siena: The Dialogue.
(7) Pontifical Council for Culture, “Concluding Document of the Plenary Assembly: The Via Pulcritudinous, Priviliged Pathway for Evangelization and Dialogue (2006), accessed November 17, 2020, Vatican.va, III.1.
(8) See also Directory for Catechesis par. 58, footnote 5.
(9) Francis, Evangelii Gaudium, accessed September 3, 2020, Vatican.va, 164.
(10) John Paul II, Redemptoris Missio, accessed September 7, 2020, Vatican.va, 33.
(11) Francis, Evangelii Gaudium, accessed October 2, 2020, Vatican.va, 14.