Compañerismo: amistades virtuosas

Oración Lectio Divina (Opcional)
  1. Lee Eclesiástico 6, 5-17.
  2. Medita las palabras.
  3. Háblale a Cristo sobre este pasaje.
  4. Descansa y escucha en la presencia de Dios.
  5. Comparte con otros.
En una noche fría del siglo IV d.C., cuarenta jóvenes soldados romanos se acurrucaban mientras se sumergían en un lago helado.

Licinio, el emperador pagano, los perseguía por su fe cristiana. Como resultado, se enfrentaban a la muerte y a la mayor tentación de sus vidas: podían ser libres en cualquier momento si decidían adorar a los dioses paganos. Y como tentación, el lago estaba justo enfrente de los baños romanos. Mientras los cuerpos de los soldados temblaban y les castañeteaban los dientes, podían ver el vapor de las piscinas calientes que se elevaba en el aire helado. En medio de esta tortura, los soldados estaban unidos por una oración: “Señor, somos cuarenta comprometidos en esta prueba. Haz que cuarenta reciban coronas y que no nos quedemos cortos en ese número sagrado.”(1)

A lo largo de la noche, este grupo de hermanos estuvo tentado a ceder. Incapaz de resistir más, un soldado se dirigió a los baños y murió instantáneamente al llegar. Uno de los guardias que vigilaba estaba tan conmovido por su testimonio que se quitó la ropa y se unió a ellos en el lago congelado. Los cuarenta permanecieron fieles hasta la muerte, una respuesta a la oración de los hombres.

La historia de estos soldados sirvió de inspiración al compañerismo cristiano durante el Imperio Romano, y fueron inmortalizados por la Iglesia Católica como los Mártires de San Sebaste.

Reflexiona: ¿Qué te llama la atención de esta historia? ¿Qué crees que ayudo a estos hombres a permanecer fieles?

Un amigo fiel es un refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un refugio.

Sirácides 6,14

BRASAS CALIENTES

La amistad de estos hombres les permitió permanecer heroicamente fieles a Cristo. Lo más probable es que no te encuentres en la misma situación que estos soldados romanos, pero necesitas la amistad cristiana tanto como ellos. Si no tienes amigos cercanos que sean cristianos, es muy probable que no crezcas en tu relación con Cristo.

Piensa en un fuego encendido con carbón. Cuando los pedazos de carbón se juntan, duran calientes por más tiempo. Las brasas se ayudan mutuamente a permanecer encendidas. Al contrario, cuando una brasa se separa de los demás, se enfría más rápidamente. Como brasas calientes, necesitamos otros cristianos alrededor nuestro para permanecer “ardiendo” por Cristo.

Los Mártires de San Sebaste en aquel lago helado eran como un grupo de brasas. Tuvo que haber innumerables ocasiones en las que los hombres quisieron rendirse, abrumados por las gélidas condiciones. Seguramente pensaron en sus familias, sus esposas y sus hijos. Pero debido a que estaban juntos, estos hombres pudieron animarse y apoyarse mutuamente. En los momentos dónde fueron tentados a renunciar a Cristo, alguien estuvo ahí para recordarles la corona celestial que les esperaba. Como grupo, estos hombres pudieron permanecer fieles, algo que pudo haber sido imposible si no se tuvieran los unos a los otros.

Reflexiona: ¿Tienes “brasas” en tu vida? ¿Eres una “brasa ardiente” para otros?

TRES TIPOS DE AMISTADES

Desde el mismo comienzo de la Iglesia, los primeros cristianos consideraron el compañerismo como una de las cuatro prácticas fundamentales de la vida cristiana (Hechos 2,42). Necesitamos este mismo hábito en nuestras propias vidas. Pero ¿cómo experimentamos este tipo de amistad? El primer paso es saber qué tipo de amigos estamos buscando y qué tipo de amigos debemos ser.

Muchas personas en nuestra vida afirman tener algún tipo de amistad con nosotros, pero ¿tenemos en realidad amigos comprometidos con nosotros y con lo que es mejor para nosotros? ¿Tenemos amigos que nos guíen en la dirección correcta?

El antiguo filósofo griego Aristóteles decía que hay tres tipos de amistades.(2)

Amistad de utilidad

El primer tipo es una amistad de utilidad, basada en algún beneficio o ventaja que se encuentra en la relación. Las relaciones comerciales, los proyectos grupales en clase y otros intercambios transaccionales a menudo se incluyen en esta categoría. Piensa en tu cafetería favorita: vas ahí porque disfrutas del café y la cafetería te sirve porque ganan dinero. Es posible que conozcas a las personas que trabajan ahí. Podrían, tal vez, interesarse en tu vida y entablar una conversación amistosa contigo. Estos niveles básicos de amistad son comunes en la vida. Pero la relación se basa principalmente en el beneficio que la cafetería recibe de ti (negocio) y el beneficio que tú recibes de la cafetería (buen café).

Amistad de placer

El segundo tipo de amistad es la amistad de placer, que se basa principalmente en los momentos divertidos que comparten dos personas. Por ejemplo, dos personas pueden vivir cerca, jugar en el mismo equipo, ir al mismo restaurante o pertenecer a la misma parroquia. Puede que les guste la misma música, el mismo equipo deportivo, el mismo programa de televisión o los mismos tipos de fiesta. Este tipo de amistades se basan principalmente en la diversión que tienen al pasar tiempo juntos.

Si bien estos dos primeros tipos de amistades no son malas en sí mismas, Aristóteles señala cómo son las más frágiles y las que menos probabilidades tienen de perdurar con el tiempo, porque estos amigos no están comprometidos con el otro como persona, buscando lo mejor para el otro. Estos amigos están más comprometidos con el beneficio, el placer o buenos momentos que obtienen de la relación. Por ejemplo, cuando tus clases o intereses cambian, cambian de rol o lugar en el trabajo o ya no participas en las mismas actividades o frecuentas esa cafetería en particular, es probable que tu amistad no continúe. Los momentos de beneficio o diversión ya no existen, por lo cual, al menos que haya algo más profundo que los una, es poco probable que compartan una amistad profundamente comprometida.

Si bien estas formas básicas de amistad son comunes en la vida, especialmente cuando somos jóvenes, es importante saber que a menudo se disuelven cuando la vida se vuelve difícil y la amistad ya no brinda el gozo, los momentos divertidos, los beneficios o la comodidad que la otra persona busca. Probablemente puedas pensar en ejemplos de este tipo de amistades en tu propia vida y en la rapidez con que algunas de ellas han ido y venido.

Amistad virtuosa

Según Aristóteles, el tercer tipo de amistad es la amistad con el sentido más amplio. Él lo llama amistad virtuosa. Esto se basa en algo mucho más profundo: el amigo está comprometido contigo y con tu bienestar, no sólo con algún beneficio que recibe al estar contigo. El amigo virtuoso te ama en el verdadero sentido de la palabra: busca lo mejor para ti, vive una vida virtuosa y busca imitar a Cristo y llegar a la santidad. Como cristianos, esta es la forma más elevada de compañerismo y debe ser nuestro objetivo en nuestras amistades.

Para que se desarrolle una amistad virtuosa, ambas personas deben esforzarse por esa virtud. No necesitan ser perfectos, pero sí deben buscar juntos una vida virtuosa. También necesitan involucrarse en la vida de los demás. Simplemente hacer clic en “seguir” en las redes sociales o interactuar a través de las pantallas no es la forma en la que formaran amistades virtuosas. En las amistades cristianas, cuando ambas personas se esfuerzan por profundizar su relación con Dios y vivir como Cristo, se ayudan mutuamente en esos momentos más importantes en su vida. Un verdadero amigo quiere que vivas tu fe al máximo. Por eso, es esencial que encuentres hermanos y hermanas en Cristo que puedan ayudarte a garantizar que tu fe no sólo sobreviva, sino que prospere.

Reflexiona: ¿Qué amistades en tu vida son amistades virtuosas? ¿Cuáles son únicamente amistades de utilidad o de placer?

“EL FIERRO CON FIERRO SE AFILA”

Por supuesto, podemos tener diferentes niveles de amistad con personas en diferentes etapas de la vida, sin importar si son cristianos. Aunque no todas las amistades que tenemos deben ser las más profundas, aún queremos asegurarnos de tener amigos cristianos cercanos que busquen las mismas metas, amigos que puedan ayudarnos a fortalecernos en nuestra fe. Al final de cuentas, nos convertimos en las personas con las que más nos relacionamos. Y eso nos desafía a hacernos una pregunta importante: ¿Nuestros amigos más cercanos nos ayudan a convertirnos en el tipo de personas que queremos ser?

Proverbios 27,17 dice: “El fierro aguza al fierro; uno se afina en contacto con el prójimo”. Cuando una espada se desafila, no se puede afilar fácilmente; se necesita otra herramienta de hierro para volver a afilarla con precisión. En nuestra vida, necesitamos amigos fuertes y virtuosos que puedan ayudarnos a suavizar los bordes ásperos de nuestras faltas y “afilarnos” en la virtud. La analogía de la espada es excelente para la batalla que cada uno de nosotros debe enfrentar para mantenerse la fe: si permitimos que nuestra fe se vuelva opaca y débil, vamos a quebrarnos bajo la presión de este mundo. Sin embargo, si tenemos compañía, estaremos lo suficientemente listos no sólo para resistir la tentación sino también para fortalecernos aún más.

Una y otra vez, vemos esta dinámica en la vida de los santos. Se ha dicho que los santos vienen en grupos: cada vez que lees sobre un santo, descubres que rara vez se convirtió en santo por sí solo. Por lo general, otros santos estaban a su lado, “afilándolos” en el proceso. Su intenso compañerismo los impulsó a buscar una santidad más profunda y aumentó su deseo de compartir a Jesús con los demás, incluso en circunstancias difíciles. San Francisco Javier tuvo a San Ignacio de Loyola; Santa Teresa de Ávila tuvo a San Juan de la Cruz; Santa Felicidad tenía Santa Perpetua. ¿A quién tienes tu? Encontrar amigos virtuosos puede ayudarte a llegar al cielo y tener un impacto más profundo para Cristo aquí en la tierra.

A veces, también estamos llamados a hacer cambios en nuestras amistades. Si las personas con las que pasamos el tiempo no nos acercan más a Cristo, si no nos “afilan”, es posible que tengamos que tomar algunas decisiones difíciles. Si bien no debemos abandonar a estos amigos, tampoco podemos permitir que nos alejen de la fe. Esto puede requerir que ajustemos la cantidad de tiempo que pasamos con ellos o que cambiemos las actividades que hacemos con ellos. Además, es posible que no podamos confiar en estos amigos en las áreas más importantes de nuestras vidas porque aún no están pensando con la mentalidad de Cristo. Este proceso de cambio puede ser difícil, pero como cristianos, necesitamos amigos que nos ayuden a “afilarnos” más en la fe, no que nos opaquen.

Ciertamente podemos invitar a nuestros amigos no católicos a experimentar ellos mismos el amor de Cristo. Tenemos una oportunidad única de llamar a estos amigos a la conversión. ¡Es mucho mejor cuando estos amigos escuchan el Evangelio de alguien a quien conocen y en quien confían! ¡Y qué hermoso es cuando nuestros amigos no cristianos llegan a conocer a Jesús y se convierten en amigos que también pueden ayudarnos a acercarnos a Él!

Reflexiona: ¿Tus amigos y tú se están ayudando los unos a otros a convertirse en santos? ¿De qué manera? ¿Necesitas hacer algún cambio en tus amistades?

PONLO EN PRÁTICO

Haz un plan para mejorar estas relaciones. Ahora que has leído acerca de lo que constituye la amistad virtuosa y el compañerismo cristiano, toma medidas para desarrollar estas relaciones en tu vida. Tómate un tiempo para reflexionar sobre estas dos preguntas y haz un plan para mejorar tus amistades:
  • ¿Qué relaciones necesitan crecer? ¿Quién me está ayudando a convertirme en santo y cómo puedo pasar más tiempo con esta persona o estas personas?
  • ¿Qué relaciones necesitan cambiar? ¿Cómo otras amistades en mi vida me impiden llevar una vida de virtud? ¿Qué cambios debo hacer? ¿Cómo puedo invitar a estos amigos a una amistad virtuosa en lugar de permanecer en amistades de utilidad o placer?

CONCEPTOS CLAVES

Analogía de las brasas: como las brasas, necesitamos a otros cristianos para nosotros permanecer “en llamas” por Cristo.

Los tres tipos de amistad de Aristóteles:

  • Amistad de utilidad: Amistad basada en algún beneficio que la persona recibe de ti
  • Amistad de placer: Amistad basada en los momentos que disfrutan juntos.
  • Amistad virtuosa: Amistad basada no en lo que alguien obtiene de ti, sino en un compromiso contigo como persona y buscando lo mejor para ti, que es la vida virtuosa.

El fierro con fierro se afila: “El fierro aguza al fierro; uno se afina en contacto con el prójimo” (Pr 27,17).

RECURSOS ADICIONALES

  • True Friendship: Where Virtue Becomes Happiness by John Cuddeback
  • The Four Loves by C.S. Lewis

Notas

(1) Bert Ghezzi, Voices of the Saints (Chicago: Loyola Press, 2009), 225.

(2) Aristotle, Nichomachean Ethics, trans. W.D. Ross, VIII.3, last modified 2009, http://classics.mit.edu/Aristotle/nicomachaen.html.

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