Acompañando a otros en discipulado

Oración Lectio Divina (Opcional)

  1. Lee 2 Timoteo 2, 1-5.
  2. Medita las palabras.
  3. Háblale a Cristo sobre este pasaje.
  4. Descansa y escucha en la presencia de Dios.
  5. Comparte con otros.
¿En qué piensas cuando te imaginas a San Pablo?

Muchos cristianos recuerdan a Pablo antes de la conversión, la persona que “con qué furor perseguía a la Iglesia de Dios y trataba de arrasarla” (Gal 1,13). Es conocido por su dramática conversión al cristianismo en el camino a Damasco, su trabajo misionero como el gran apóstol de los Gentiles y sus escritos, que constituyen una parte importante del Nuevo Testamento.

Pero las Sagradas Escritura nos muestran otro lado de Pablo, un lado no tan conocido, pero igualmente influyente para la Iglesia y el mundo: su discipulado intencional con aquellos a quienes estaba formando en la fe.

El compañero de viaje de Pablo durante gran parte de su vida misionera fue un joven cristiano llamado Timoteo. Al llegar a Listra en su segundo viaje misionero, Pablo se enteró de la sólida reputación de este fiel joven cristiano. Al final de la visita de Pablo ahí, Timoteo se sintió inspirado a dejar todo atrás y unirse al gran apóstol en misión.(1)

Mientras Pablo y Timoteo viajaban juntos, Pablo entrenó intencionalmente a Timoteo para liderar. Pablo envió a Timoteo primero a Tesalónica y luego a Macedonia para animar a los cristianos de ahí, exhortándolo a “No dejes que te critiquen por ser joven. Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable” (1 Tm 4,12). Después de cada misión, Timoteo regresaba con su mentor para recibir aún más capacitación en la misión.

Después de un período de profundo acompañamiento y trabajo en equipo, Pablo confió en que había formado a Timoteo lo suficientemente bien como para permitirle liderar por su cuenta, por lo que envió a Timoteo en una misión extendida a una comunidad con problemas en Éfeso. Mientras Timoteo luchaba por abordar las falsas enseñanzas ahí, Pablo lo animaba: “Te doy estas instrucciones con la esperanza de ir pronto a verte. Pero si me demoro, para que sepas cómo debes portarte en la casa de Dios” (1 Tm 3,14).

Unos años más tarde, sabiendo que su propia muerte estaba cerca, Pablo le pidió a Timoteo que fuera a Roma.2 En su última carta, Pablo le escribe con gratitud por su amistad: “Te recuerdo constantemente en mis oraciones noche y día. Al acordarme de tus lágrimas, siento un gran deseo de verte, para llenarme de alegría» (2 Tm 1, 3-4). Pero Pablo también deja claro: que el encargo de Timoteo era retomar la antorcha que Pablo le había entregado durante tantos años juntos y continuar llevando las enseñanzas de Cristo hasta los confines de la tierra (cf. 2 Tm 2,2). Su “cooperación en el evangelio” dio grandes frutos a través de sus propios ministerios, pero el efecto dominó apenas comenzaba (Filipenses 1,5).

Reflexiona: ¿Qué encuentras más inspirador o sorprendente acerca de esta historia de los inicios de la Iglesia? ¿Qué te sorprende del acompañamiento de Pablo a Timoteo? ¿Qué te revela sobre el discipulado el que Pablo y Timoteo estuvieron en misión durante más de 15 años juntos, incluso cuando sus vidas los separaron el uno del otro?

LA IMPORTANCIA DEL DISCIPULADO

San Pablo fue un misionero increíble en muchos sentidos. Pero sólo había un San Pablo. No podía estar en todas partes a la vez, y sus días en la tierra estaban contados. Sus esfuerzos misioneros produjeron grandes frutos en su tiempo, pero su deseo de transmitir la fe y formar líderes que pudieran continuar esa misión después de que él se fuera fue lo que realmente produjo un impacto duradero.

La meta de todo discípulo misionero es ayudar a formar otros discípulos misioneros que vivirán el Caminito de la Evangelización dondequiera que el Señor los llame. Es invitarlos a un camino de imitación, una invitación a “Sigan mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo” (1 Corintios 11,1), como el mismo Pablo invitaba a los primeros cristianos.

“Sigan mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.”

1 Corintios 11,1
Para cumplir esta misión, estamos llamados a acompañar a otros en el discipulado como lo hizo San Pablo, que implica mucho más que simplemente enseñar ideas sobre la fe. Implica caminar con ellos a través de los altibajos tanto de su vida espiritual como de todas las demás partes de la vida. No se trata de un club o de un programa sino de un compromiso con la persona, con su crecimiento espiritual y con la misión que el Señor tiene reservada para ella. Podemos hacer eso al hacer por otros lo que Pablo hizo por Timoteo.

Refexiona: ¿Cómo te ha guiado alguien como lo hizo Pablo con Timoteo? Al considerar lo que hicieron, ¿qué fue lo más transformador para tu comprensión de la misión?

LIDERANDO COMO SAN PABLO

¿Cómo puedes comenzar a acompañar a los demás de la forma en que Pablo invirtió en Timoteo? ¿Cómo los puedes preparar para ser edificados en una relación con Cristo y enviados en misión? Podemos seguir el ejemplo de San Pablo de formar discípulos misioneros de cuatro maneras:
  • Pablo compartió la vida con las personas a las que servía.
  • Pablo le dio a Timoteo entrenamiento intencional para el ministerio.
  • Pablo invitó a Timoteo a salir en misión junto con él.
  • Pablo envió a Timoteo a confiar la misión a otros.
Veamos más de cerca cada uno de estos elementos de caminar con otro en el discipulado.

Compartir Vida con las Personas a las que servimos

Pablo no sólo guió a Timoteo en un estudio bíblico o tuvo reuniones de capacitación individuales con él. Pablo pasó mucho tiempo con Timoteo fuera de las reuniones formales. Mientras viajaban juntos en misión, Pablo y Timoteo compartían gran parte de la vida cotidiana juntos: comidas, oración, servicio y muchos días largos de viaje. Pablo amaba a Timoteo como a un amigo íntimo, compartiendo con él no sólo el Evangelio sino también su propia vida (cf. 1 Tes 2, 8). Pablo no sólo se preocupaba por la misión de Timoteo. Se preocupaba por Timoteo.

Estás llamado a hacer lo mismo, a acompañar a otras personas en tu vida. Probablemente ya hayas estado haciendo esto; Continúa compartiendo la vida con las personas a las que diriges: cocinando juntos, visitando juntos a Jesús Eucaristía y buscando otras formas de compartir la vida juntos.

Capacitación Intencional para la Misión

Pablo se tomó el tiempo para enseñarle a Timoteo cómo guiar y formar a otros durante su tiempo juntos; cuando estaban separados, Pablo le escribía cartas a Timoteo indicándole qué enseñar, aconsejándole cómo lidiar con los conflictos y animándolo a mantener su propia fe. Pablo formó a Timoteo tanto en su propio crecimiento personal como en la formación práctica para la misión.

Una vez que alguien en su vida se ha comprometido con Cristo y desea crecer en su fe, está listo para ser formado intencionalmente. Esta formación intencional se ve diferente dependiendo de dónde se encuentre en su vida espiritual la persona a la que estas acompañando.

  • Cuando la persona a la que estás acompañando está en la fase de “Formar”, es probable que desee reunirse ocasionalmente para hablar sobre su caminar con Cristo, particularmente en las prácticas básicas de Hechos 2,42: oración, compañerismo, los sacramentos y la enseñanza de los apóstoles (ver artículos 3.0 – 3.5). Pero no sólo queremos hablarles de estas ideas. También queremos crear oportunidades para que la persona tenga experiencias junto a ti en la oración, los sacramentos, el compañerismo cristiano y la formación en la fe.
  • Una vez que alguien ha aceptado el Gran Llamado a la Misión, es mejor reunirse regularmente (con un grupo de otros discípulos misioneros, si es posible) para recibir formación y capacitación intencional para la misión. Aquí es donde puedes empezar los artículos de “Enviar” (ver artículos 5.0– 6.4), practica tus habilidades de misión y dedica tiempo intencional yendo juntos de misión.
Ir en Misión Juntos

Pablo no sólo le dio lecciones a Timoteo sobre qué hacer en la misión: le enseñó como vivir la misión y le dio oportunidades para practicar. Timoteo aprendió de Pablo mientras lo observaba predicar el Evangelio, responder preguntas, debatir con los incrédulos, invitar a los pecadores al arrepentimiento y enfrentar el rechazo, el escarnio e incluso el encarcelamiento. Pablo no sólo le enseñó a Timoteo sobre la misión; también la vivió junto a él.

En tu propio discipulado, es importante ir juntos en misión, encarnando cómo Jesús envió a sus discípulos de dos en dos a lo largo de los Evangelios (cf. Lc 10,1). Por ejemplo, puedes ir al estudio bíblico de la persona que estás dirigiendo y comparte con ella después qué salió bien y dónde podría mejorar. Acompañen juntos a gente nueva. Vayan juntos a un evento parroquial y conozcan gente nueva. Estas son sólo algunas de las formas en que pueden ir juntos a la misión.

Ver más allá de Timoteo

En sus esfuerzos misioneros, Pablo no sólo estaba preocupado por Timoteo sino también por aquellos a quienes Timoteo estaba acompañando. En una de sus cartas, Pablo instruye a Timoteo: “Cuanto has aprendido de mí, confirmado por numerosos testigos, confíalo a personas que merezcan confianza y que puedan instruir después a otros” (2 Tm 2,2). Con frecuencia, Pablo estaba “viendo más allá de Timoteo” a aquellos en los que Timoteo estaba acompañando y a aquellos que estaban siendo alcanzados más allá de ellos. Mientras camina con los demás, sus conversaciones y acompañamiento en los demás no sólo deben centrarse en ustedes dos, sino también en la misión que se les ha encomendado y cómo se la estás confiando a los demás.

Reflexiona: ¿Cuáles son algunas formas prácticas en las que puedes compartir la vida con las personas a las que estas acompañando? ¿Qué formación intencional crees que Jesús quiere que reciban? ¿Qué podrías aprender al salir en misión con alguien más a tu lado? ¿Cómo te asegurarás de que tu relación de discipulado no se centre únicamente en ustedes dos, sino que sigan viendo “más allá de Timoteo”?

PELIGROS DEL DISCIPULADO INTENCIONAL

Si bien este artículo (y los anteriores) te han dado una visión de la mejor manera de guiar a otros en el discipulado, es posible que aún necesites practicar, cometer errores y aprender de ellos. A medida que aprendes a caminar con otros en el discipulado, aquí hay tres roles que debes evitar:

  • Compañero: ten cuidado de no dejar que su tiempo juntos se convierta en únicamente “compañerismo” sin formación, amistad auténtica y acompañamiento. Sus conversaciones pueden comenzar con lo que está sucediendo en sus vidas, pero sus conversaciones deben centrarse en la misión y sus próximos pasos en la evangelización.
  • Consejero: Tu papel para aquellos a quienes acompañas no es ser un consejero o un director espiritual. Si la persona a la que estas acompañando necesita una guía espiritual, mental o emocional más sustancial, ¡ayúdala a buscar un sacerdote, un buen consejero, un director espiritual u otros recursos!
  • Jefe: Ten cuidado de no dejar que su relación de discipulado se reduzca a nada más que una reunión semanal o discusiones únicamente sobre metas, progreso y responsabilidad. Caer en la mentalidad de ser “jefe” deja fuera al que realmente está a cargo de la misión: ¡Jesús mismo! Tu papel es más como el de un mentor, uno que alienta, escucha, guía, entrena y ayuda a otra persona a progresar en su misión y llegar al cielo.
 
Reflexiona: ¿En cuál de estos tres roles te imaginas cayendo más fácilmente? ¿Qué tipo de responsabilidad necesitarás para mantener tu discipulado intencional y auténtico?

PONLO EN PRÁCTICA

Ahora que conoces los elementos del discipulado intencional, es hora de empezar a prepararte y vivirlo. Mientras planificas y te preparas para acompañar a otros, sigue estos cuatro pasos:

  • Ora: Tómate un tiempo cada semana para interceder por las personas a las que estas acompañando. Deja que Jesús te guíe a la próxima conversación que necesitas tener o la siguiente práctica que la persona a la que estás acompañando está lista para aprender y practicar.
  • Prepárate: Basándote en tu oración, decide qué te gustaría enseñar, platicar o hacer en su próxima reunión intencional. Si decides hacer un artículo de discipulado, tómate el tiempo para leer y preparar el artículo (ve el artículo de Introducción). Si estás practicando alguna habilidad misionera con ellos, tómate el tiempo para pensar cómo los entrenarás y dales retroalimentación.
  • Enseñar y aprender: Durante tu reunión, usa lo que preparaste para tener una conversación auténtica y una experiencia misionera. Haz buenas preguntas y siéntete libre de hacer algo diferente a lo que habías planeado, si te sientes guiado por el Espíritu Santo. Así podrías estructurar su reunión:
    • 5 – 10 minutos: Abrir en oración (Lectio Divina, oración de intercesión, oración espontánea, etc.)
    • 30 – 40 minutos: formación intencional o práctica misionera (Discutir un artículo de discipulado, leer o escuchar un recurso complementario de un artículo, salir y practicar una habilidad misionera, resolución de problemas para superar un obstáculo en la misión, etc.)
    • 10 a 15 minutos: Siguientes pasos
  • Ten en cuenta: esta no es una estructura obligatoria, sino más bien una guía para ayudarte a incorporar las diversas partes del discipulado en su tiempo juntos. Siéntete libre de adaptar esto según sea necesario.
  • Siguientes pasos: al final de su reunión, hablen de cualquier conclusión y decidan cuales son los próximos pasos que deben tomar para practicar y crecer en la misión. Aquí es donde la visión y las ideas de su conversación se convierten en un hábito vivido que puede transformar su vida.
    Usando estos cuatro pasos, planifica 2 o 3 semanas de formación y acompañamiento. Considera: ¿Cómo los formarás intencionalmente para ayudarlos a crecer en su camino de fe? ¿De qué maneras compartirás la vida con ellos, además de los tiempos de formación? ¿Cómo seguirán juntos los hábitos de Hechos 2,42?
 

CONCEPTOS CLAVES

Ver más allá de Timoteo: Debemos asegurarnos de que las personas que lideramos encomienden fielmente la visión y misión de la evangelización a aquellos a quienes lideran, según 2 Tm 2,2: “Cuanto has aprendido de mí, confirmado por numerosos testigos, confíalo a personas que merezcan confianza y que puedan instruir después a otros”

Notas:

(1) Scott Hahn, “Timothy,” Catholic Bible Dictionary (New York: Doubleday, 2009), 914.

(2) Ignatius Catholic Study Bible: New Testament, Revised Standard Version (2nd ed.), comp. Curtis Mitch, ed. Scott Hahn (San Francisco: Ignatius Press, 2001), 395.

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